DESDE LA GESTIÓN -
ASOCIACIÓN CIVIL MONTE DE LA FRANCESA
Si hay un fenómeno maravilloso que el carnaval contempla, es
el trabajo colectivo. El hecho de esforzarse a la par con el compañero, e ir
con él tras un objetivo determinado. La cultura, a través de nuestra máxima
fiesta popular sirve como motor para este tipo de manifestaciones que se da
totalmente en forma honoraria. En el barrio Colón, concretamente en la
intersección de las calles Lanús e Iturbe, un grupo de vecinos dio vida a un
sueño que sigue recorriendo su camino, pues con el paso del tiempo ha ido
creciendo, y ganando adeptos. Cada febrero, el resultado de un barrio
identificado con un proyecto, abre sus puertas a la fiesta de momo
bajo la forma de escenario popular. Un espacio donde se prioriza la inclusión,
y la participación vecinal, con lineamientos de trabajo claros, y donde se
respira la premisa de que “Ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros
juntos”. La comisión de vecinos que conforma la Asociación Civil Monte de la
Francesa, tuvo la buena predisposición de charlar. Sus integrantes Luis
Guerreiro, Juan Luís González, Mariana Rodríguez y Shirley Carvallo, detallaron
con sus palabras la gran voluntad que supone gestionar un tablado que se ha
posicionado en la escena carnavalera, y cosecha sus frutos con el paso de los
años.
¿A RAÍZ DE QUÉ SURGIÓ LA INQUIETUD DE CREAR ESTE ESPACIO TAN
REPRESENTATIVO PARA EL BARRIO?
LUIS: “Empezamos a juntarnos distintas organizaciones
sociales en 1997. En aquel momento era para hacer un proyecto de parquización,
en la esquina de Carve, Cacupé y Perfecto Giot. Se juntaron distintas
comisiones vecinales para trabajar por ese espacio. Paralelamente surgió alguna
inquietud de los vecinos de la Cooperativa 6 de Mayo, interesándose por este
espacio, que era representativo en la zona pero estaba venido a menos, y había
dejado de funcionar por diferentes motivos. Nos enteramos de que había un
informe técnico hecho por un arquitecto de la Intendencia que decía que era más
barato demolerlo que recuperarlo. En el año 2000, Gonzalo Carámbula, que era el
director del Departamento de Cultura de la IM, lanzó un programa de
presentación de proyectos sociales, culturales o deportivos, que incluía
determinada cantidad de dinero para recuperar espacios promovidos por la comunidad.
Se presentaron 18 proyectos por parte de los distintos Centros Comunales, y el
nuestro fue electo dentro de los primeros 10. Formamos la Asociación Civil. Se
hicieron jornadas de limpieza, y de apuntalamiento abajo del escenario. Se
trabajó tanto con un arquitecto como con un ingeniero civil, que luego de hacer
varios estudios, determinaron que haciéndole determinadas reparaciones, el
lugar no representaba ningún peligro de derrumbe. La zona sintió como propia a
la construcción, porque anhelaba un lugar de encuentro para generar cultura.
Por eso entendimos que ha funcionado, porque en aquel momento la situación del
país estaba bastante complicada y había una efervescencia de trabajo
comunitario, y participación vecinal. Había que reivindicar al Monte de la
Francesa, y terminar con la historia negra del lugar a través del apoyo de la
gente. Concretando la Asociación Civil, y a través de la firma del convenio de
gestión con la IM, y el Presupuesto Participativo que era una forma de
participación nueva, se pudieron cumplir varios objetivos. Se logró parquizar
el predio, tener los baños para discapacitados, una buena iluminación, etc”.
LA HISTORIA DEL LUGAR
JUAN: “Hace 35 0 40 años se hacían algunas cosas esporádicas
en el Monte de la Francesa. Trabajaron Leones y Rotarios. Se obsequiaban
juguetes en el día de reyes, durante toda la tarde. Venía gente de todos los
barrios. A veces había espectáculos también. El Centro Comercial colaboró
económicamente, no había tejido, había pasto muy alto. Durante muchos años en
la época de la dictadura se realizó el pesebre viviente de Colón. Además se
eligieron Reinas de la Primavera, y Reinas de la Vendimia. Las actividades se
realizaban con entrada libre, y la disposición de las luces se preparaba para
esos días puntuales porque el lugar no contaba con red lumínica. Recuerdo estas
cosas porque las animé, y he estado ayudando. Nunca hubo una base o un cimiento
tan importante a nivel organizativo como ahora. En aquel momento era todo más
informal, y era más como usar un predio de los tantos que había en la zona. Hoy
por hoy, no sé si en todo Colón o adyacencias alguna vez hubo una comisión que
haya trabajado así, y encima desinteresadamente. Esto es un trabajo en equipo,
donde todos somos importantes, y ya hay una base que hace que no pare. Cambiará
de caras, pero no la estructura. Es un lugar conocido por todo Colón y
alrededores, y no hay quien no lo valore. Es un teatro al aire libre con mucha
trascendencia, y si vas por otros barrios quieren imitar lo que se hizo acá, y han
venido a entrevistarse para saber cómo se trabaja para llegar a esto. Al barrio
Colón le gusta todo lo que es el movimiento y el espectáculo, ya desde la época
en la que el único tablado era el del Club Olimpia. El Monte de la Francesa
tiene un futuro muy grande, y quedan más cosas por hacer todavía”.
UN PROYECTO QUE NO PARA
MARIANA: “El proyecto desde un principio fue más grande que
lo que hoy abarca. Abarcaba todo lo que tiene que ver con el teatro, el Centro
Cultural, y la recuperación de los parques. En aquel convenio que se hizo con
la IM, ellos decidieron que lo que se pretendía hacer en los parques no podía
estar contemplado dentro de él, y en ese momento fue lo mejor porque quizás era
demasiado. De todas maneras hemos estado trabajando en este tema a través de
los Presupuestos Participativos, con proyectos presentados por la Asociación y
apoyados por los vecinos”.
SHIRLEY: “Todos los que estamos acá creemos mucho en el
proyecto, y eso hace que personas muy diferentes tengamos ganas de trabajar con
un mismo fin. La idea es vincularse con la gente, que sabe que acá se va a
hacer lo mejor para el barrio, y se apropia del lugar, cuidándolo. Porque sabe
que acá recibe beneficios. Todos los años se cambian las metas y nunca se
terminan, porque hay que hacer cosas, y siempre hay algo más para mejorar.
Ahora necesitamos un depósito, rampas para discapacitados, más gradas,
iluminación, etc. El barrio apoya porque se siente respetado, y esto funciona
gracias a él. El proyecto participativo que tenemos ahora es terminar las
caminerías y la iluminación, que ya no son lo que eran antes, porque hay
caminería para correr y luz, hay un guardaparque, juegos interactivos, unos
murales muy bonitos que puso la Facultad de Bellas Artes, y todo el entorno
cambió. También en un futuro queremos agrandar el escenario y la cantina, con
dos hornos. Queremos bituminizar adelante del escenario para que cuando llueve
pueda ser transitable esa parte, techar la platea, y muchas otras cosas. Acá se
juntan como 60 personas que trabajan durante febrero solidariamente, no hay
concesionados, y el dinero que se hace durante Carnaval se invierte en el
teatro. La idea es que dentro de los recursos que tenemos, trabajemos cómodos,
y con la seguridad que corresponde. Si bien a partir de este año la Red de
Escenarios Populares en convenio con el Ministerio del Interior, contó con
cierta guardia policial para el exterior de los tablados, nosotros nos
encargamos de la seguridad dentro del lugar. No hemos tenido grandes problemas.
No vendemos, ni dejamos consumir bebidas alcohólicas. El barrio se ha apropiado
tanto del lugar, que la propia gente lo cuida, y te avisa “Se están subiendo
arriba de la reja”, “Se pararon arriba del banco”, se genera el “Esto es mío.
Vengo y disfruto, entonces lo cuido”.
LUIS: “El proyecto nos pareció demasiado pretencioso desde
un comienzo, y algunos objetivos creíamos que eran difíciles de alcanzar. Sin
embargo se han cumplido muchos que tiene que ver con la limpieza y la
seguridad. Cuando tenés claro a dónde querés llegar, no importa quién esté. Nos
consideramos un hormiguero, donde cada uno cumple una función en pos de una
tarea en común. En el grupo a veces pasa que nos confundimos, y pensamos que
somos el rol que cumplimos, pero es algo
normal que se da en todos lados. La metodología de trabajo es la inclusión.
Siempre se abre la cancha. Se discute lo que se va a hacer, y luego nos
comprometemos a cumplir con eso que se discutió. La gente adquirió un sentido
de identidad con la zona. Antes eras del Monte de la Francesa y era algo raro,
y ahora sos del Monte de la Francesa, aunque todavía quedan vecinos que se
quedaron con la historia negra del lugar. Es un espacio de encuentro y de
inclusión para la familia. Desde el escenario avisamos que no vendemos alcohol,
ni permitimos su ingreso, y es increíble el respeto con el que el vecino se lo
toma, y te dice: “Mirá que el de al lado está tomando”. A nuestro entender no se
necesita más nada que estar con el otro para pasarlo bien. Tampoco hacemos
publicidades de alcohol y cigarros. Ha pasado que hemos encontrado a algún
vecino fumando porro, y lo invitamos a que vaya a fumarlo afuera para que el
vecino que no fuma haga uso de la libertad de respirar aire puro. Y quienes
fuman no se sienten excluidos, y vuelven a entrar. Viene gente de todas las
clases sociales, y respeta las normas de conducta. No se precisa represión, sino inclusión y
educación. El camino no es la imposición, si no el convencimiento. Esto es un
proyecto autogestionado, nos vinculamos con otras instituciones pero tenemos la
libertad de hacer uso de la última palabra, y no nos importa quedarnos sin
carnaval si tenemos que enfrentamos a DAECPU o a la Intendencia, porque
inventaremos otra cosa para que la gente pueda participar. No somos rehenes de
presiones externas”.
“El proyecto abarca un Centro Cultural, y para serlo nos
falta mucho todavía. Porque brindamos talleres de expresión, pintura, guitarra.
Algunos son llevados a cabo por la Asociación (Civil), otros por el Programa
Esquinas, y otros son totalmente honorarios, brindados por vecinos que destinan
parte de su tiempo a transmitir su conocimiento, como los son el taller de
fotografía y de gimnasia. Hay una tradición de participación vecinal. Esto es
mucho más importante que quienes participemos. Pasaremos nosotros, y mañana
vendrán otros”.
JUAN: “Si existieran organizaciones como esta en todos los
barrios no se necesitaría del gobierno para hacer cosas, para la vigilancia, y
se prevendrían fenómenos sociales como la violencia. Nos hemos familiarizado
con más de 3000 personas, y eso es un logro muy importante”.
LA TENDENCIA QUE ESTÁ CRECIENDO
LUIS: “Los escenarios populares funcionan en carnaval, pero
trabajan durante todo el año, mediante el voluntariado y el trabajo honorario,
y existe una adhesión a la sociedad multiplicada en horas de trabajo, y en
obras que la comunidad necesita. La comisión del Tablado de Flor de Maroñas
trabaja con la policlínica del barrio, el tablado del Parque de los Fogones
tiene una organización social. Se ha sumado el plan piloto del Oriental de La
Paz y La Macana sumándose a la Red de Escenarios Populares en este último
carnaval. Nos hemos reunido con la gente de La Macana, y hemos intercambiado
con ellos que tienen una cabeza nueva, y a su vez el Oriental es un club que
quiere vincularse con lo social, y me parece un desafío que se ha cumplido.
Cuando la gente se empodera termina siendo una amenaza para quienes ostentan el
poder momentáneo, administrando Montevideo o el país”.
¿QUÉ SIGNIFICA EL MONTE DE LA FRANCESA PARA USTEDES?
SHIRLEY: “O te enamoraste del proyecto, o no estás. Acá
venís a trabajar. Para todos nosotros es parte de nuestra vida cotidiana. Te da
muchas satisfacciones. En el día del niño, le das un juguete a un chiquilín y
no te importa si estás hace doce horas trabajando, y no has parado haciendo
cosas durante el año. Ese tipos de caricias recibís. No hay una lógica, o creés
en esto, o no. Hay gente que nos pregunta: “¿Vos vas a trabajar todas esas
horas sin que te paguen?”. También tu familia tiene que creer contigo, porque
en trabajo, reuniones, en venir a un taller, porque se invierte mucho tiempo en
el que no estás con ella. Todos los días alguno de nosotros pasa un momentito
por el Monte de la Francesa. El que se suma es porque cree. La gente se va
diciendo “Que descansen, que pasen bien. Me encantó lo que hicieron allá (y te
viene la crítica), hay que poner tal cosa ahí porque falta”. Entonces es más
que gestionar un escenario de carnaval, porque el que se va, lo hace como
cuando se va alguien a quien invitaste a tu casa. Cuando termina carnaval
estamos muertos, porque son 16 jornadas de laburo que empezamos a trabajar
desde diciembre, y además cada uno tiene su trabajo particular. Pero cuando
recibís esas satisfacciones se te va todo el cansancio. Porque cumpliste la
meta de que venga el vecino, disfrute, y sea tratado de igual a igual. Que pase
una buena noche junto a su familia, y vea un buen espectáculo. Trabajamos para
que el artista pueda brindar su mejor espectáculo, y para que el vecino pueda
disfrutar del mejor espectáculo que ese artista puede dar. Defendemos que el
artista tenga las mejores condiciones para actuar, pro también nos preocupamos
por el vecino que pagó una entrada, y tiene derecho a que el artista haga bien
su trabajo arriba del escenario”.
LUIS: “Hay una frase que dice “El que solo tiene aspiraciones
personales, no comprende el sueño colectivo”. A esa frase la tenemos en una
camiseta. Somos porque estamos acá, si no estuviéramos acá, no existiríamos.
También hay otra con una leyenda “Ninguno de nosotros es tan bueno como todos
nosotros juntos”. Eso es un sentimiento. Hay que pelear con los egos personales
y las necesidades de reconocimiento. Nosotros terminamos carnaval y festejamos
por la satisfacción que da la culminación de todo un trabajo que se realizó
correctamente. Cuando eso ocurre sabemos que vamos a subsistir un año más”.
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