PÁGINAS DE MOMO
MAXIMILIANO PORCIÚNCULA
Foto: Carla Peña |
Como todo uruguayo, de chiquito soñaba con ser futbolista.
La pelota le tiraba más que el canto, pero andando el camino, la vida lo llevó
a desarrollar su faceta artística. Esa timidez que en algún momento sintió,
desapareció, y de pronto se encontró debutando en Carnaval a los 14 años con
una murga histórica como Araca la Cana. Cuando revive cada momento reflexiona
sobre la importancia que tienen las decisiones que uno debe tomar sobre la
marcha. Hoy con 30 años, y con 18 vinculado al arte, se siente agradecido por
cada persona que fue ayudándolo a tejer ese puente que hoy transita, con la
felicidad de poder decir que trabaja como artista. Con la sencillez y humildad
que lo caracterizan, Maximiliano Porciúncula se adentró en el viaje de recorrer
su trayectoria, la cual tiene a nuestra máxima fiesta popular como su
protagonista indiscutible.
¿CUÁLES SON TUS PRIMEROS RECUERDOS VINCULADOS CON EL
CARNAVAL?
“Mi hermano mayor, Pablo (Porciúncula), me lleva 7 años. De
adolescente él siempre fue muy inquieto y tenía muchas ganas de descubrir y de
hacer. Tuve la suerte de tener un hermano mayor que tenía todas esas
necesidades. La música me llegó por él, y recibí todo ese conocimiento que el
hermano mayor te transmite. Me acuerdo que siempre iba a escuchar a los coros
de murga que armaba mi hermano, con adolescentes que jamás habían cantado en su
vida, y no tenían mucho conocimiento del género. Ese fue el primer acercamiento
con una murga. Nosotros vivíamos a 10 cuadras de Avenida Garzón, cerca de
Colón, y en 1999 cerca de casa estuvo la carpa de la Intendencia. Ahí una noche
fueron a cantar los Diablos Verdes. Fue la primera vez que vi una murga en
escena con todo lo que implica (vestuario, maquillaje, puesta en escena,
batería). Descubrí el fuego que tiene una murga en vivo, y aparte se trataba de
un murgón. Fue algo que me avasalló. Comparable con la primera vez que fui al
estadio o la primera vez que vi el mar. Fue algo gigante, y los sentidos no te
alcanzan para asimilarlo. Luego ya tuve la suerte de entrar a murga La Zafada,
y con ella al Carnaval de las Promesas, conociendo más al Carnaval como el
evento artístico y cultural que es, pero la imagen de esos Diablos Verdes no se
me olvida más”.
¿Y AHÍ YA TE PICÓ EL BICHITO DE SER MURGUISTA?
“No. Siempre fui como hincha o espectador de todo lo que
hacía mi hermano. Siempre lo acompañaba y me terminaba sabiendo las letras de
las canciones en cada uno de sus proyectos. Pero aportaba desde el, lugar de
disfrutar lo que estaba viendo solamente. No fui el niño que descubrió que quería
ser murguista apenas escuchó cantar a una murga. De chico cantaba pero solo
melodías que se me pegaban y sentía que las podía cantar. Ahí era cuando Pablo
me decía “¡Bo, cantás afinado!”. Pero no hacía énfasis ni ponía la lupa en el
canto. Tenía una terrible obsesión con el fútbol como todos los uruguayos
(risas). De hecho todos mis recuerdos de la infancia son vinculados al fútbol.
Entonces me acuerdo que Pablo se había enterado que la murga tenía un coro
polifónico que cantaba una misma melodía arreglada con diferentes voces. Cuando
empezó a investigar eso necesitó una rata de laboratorio y me pedía que cantara
melodías para que él cantara el arreglo y armonizáramos. Me pedía que cantara
cosas, y yo estaba desesperado por salir a jugar a la pelota. Pero era tanto lo
que me insistía que cantábamos juntos un rato. Como sentía que lo podía hacer,
le empecé a tomar el gustito a cantar con mi hermano, y sobre todo a cantar murga que es algo muy particular, porque se hace en grupo y sentís una energía
divina. No estás solo nunca. Empezar a cantar de esa manera creo que fue lo que
me ayudó a no alejarme de la música. Me aportó confianza y herramientas. Me
acuerdo que al principio para mí era muy común irme con la melodía que cantaba
Pablo, y no terminaba cantando la melodía que me tocaba. Ese entrenamiento
tanto de a 2 como de a 20 cuando cantás en un coro, fue lo que más me atrapó de
la murga”.
“ESA MURGA ERA LO MÁXIMO”
“Me acuerdo que empecé a ir a los ensayos de La Roba Montón
que era la murga que se había armado en mi barrio. Tenía como 11 años, Me había
aprendido las letras y la melodía, y me sumé a cantar con ellos sin que nadie
me invitara. Entonces Pablo me dijo que desde el barrio vecino, cerca del
Complejo América, salía una murga de niños que era La Zafada. Para mí esa murga
era lo máximo, porque me tocó verlos en una fiesta de un club de Baby Fútbol y
me vi reflejado al ver a esos niños cantando murga. Verlos a ellos cantando fue
lo que terminó de despertar esa curiosidad. Cuando hablamos con Edén Iturrioz,
que hasta el día de hoy sigue trabajando en la murga, nos dijo que había una
fila enorme de gurises que querían sumarse. Eso me mató, porque pensaba que no
iba a entrar nunca más al no ser del barrio. Pablo se encargó de insistirle a
Edén hasta que accedió. Mi hermano me llevó al primer ensayo en bicicleta, y
llegando a la puerta del ensayo vi que había niños muy chicos. Yo tenía 12 años
en ese momento. Estaba viviendo esa etapa en la que dejaba de ser un niño,
entonces me incomodaba un poco. Llegando a la puerta le dije a Pablo “Vámonos”,
y me respondió “¡No! ¿Qué te vas a dar vuelta?” (risas). Me acuerdo que hacía
un frío enorme y canté con la bufanda puesta. Solo se me veían los ojos. Ahí
fue cando Edén, que es dios momo para nosotros, un maestro de la murga y de la
vida, aparte de ser un amigo y un hermano, con toda su paz cantaba la melodía
conmigo, y enseguida me hizo cantar un solo. En ese momento me quería morir.
Fue como patear un penal en el debut. Siento que ese ensayo y romper con esos
candados y prejuicios de cantar frente a niños y adultos fue el inicio de todo.
Fue un punto de inflexión importante”.
¿CÓMO VIVISTE LA EXPERIENCIA DE HABER SALIDO EN LA ZAFADA?
“En la murga había mucha libertad, y nos podíamos equivocar
tranquilos. Todo fluía y no estaba el prejuicio del error. La musicalidad que
elige Edén siempre ha sido muy hermosa, porque te lleva a un coloque que lo
disfrutás. Luego el profesionalismo a medida que vas creciendo te lleva a
querer equivocarte menos, pero hay tablados puntuales en los que esa magia
vuelve. Porque por un lado está lo técnico de la murga, pero por el otro lado
cantar en murga tiene esa cosa ancestral que no sabés cómo pero el coro se está
cantando todo, y de repente alguien canta un arreglo que nunca se había
ensayado y queda bien. La Zafada tenía y sigue teniendo eso. Es festejo”.
“UN AÑO MUY INTENSO”
“Ese año salí en 3 murgas. La Zafada en Carnaval de las
Promesas, La Vieja en Murga Joven y La Esquinera en Carnaval del interior. Se
habían abierto muchas puertas y tenía la energía como para hacer todo eso.
Tendría 14 o 15 años. Siempre estuve acompañado por mi hermano en todos los
proyectos y los compartíamos. Fue un momento en el que conocí a mucha gente.
Los grupos de esas murgas eran muy unidos y en general siempre he tenido la
suerte de compartir experiencias lindas con todos los grupos que he integrado.
De todas formas no volvería a salir en 3
murgas (risas). A partir de ese primer ensayo que me tocó vivir con La Zafada
arrancó toda una explosión de murga en mi mente. Fue un año muy intenso”.
¿CÓMO SE DIO TU DEBUT EN CARNAVAL CON ARACA LA CANA?
“Al año siguiente Pablo me invitó a salir en Araca la Cana.
Catusa (José María Silva) me había escuchado cantar un par de veces y tenía ganas de
incorporar a un adolescente. En ese momento tenía 14 años. Damián Lescano
debutó ese mismo año con 16. Éramos como dos niños que siempre andaban
revolucionando el ensayo. A los dos nos tocó vivir nuestro primer Carnaval en
Araca la Cana como dos niños. Porque está el murguista de la década de los 80
que debutaba con esa edad en Carnaval y de repente ya llevaba una vida de
adulto, trabajaba, se tomaba un whisky, etc. Pero yo me acuerdo que me llevaba
un licuado de banana al ensayo, o de repente nos cambiábamos los championes con
Damián porque nos gustaban más los del otro (risas). En los ensayos nos pedían
silencio cada 5 minutos, hasta que Catusa no aguantó más y mandó a citar a
nuestros padres por nuestra indisciplina en el ensayo. Así debuté en Carnaval,
entre licuados de banana y jugando de manos con Damián Lescano (risas). De
todas formas me di cuenta en ese año que hay aspectos del Carnaval que no son
adecuados para los niños y los adolescentes. Ahora está más regulado lo de los
menores que salen en Carnaval. Pero te das cuenta de un montón de cosas que
están ligadas al hecho de trabajar en la noche. De repente no son tan positivas
pero también te dejan un aprendizaje. Incluso después de dos años intensos
saliendo en varios lados, dejé de salir en murga por un tiempo. Fue algo tan intenso
que necesité no salir”.
Y LUEGO INCURSIONASTE EN EL PARODISMO…
“Pablo trabajaba como arreglador en parodistas Urbanos que
salían en el Carnaval de las Promesas. Yo con todos mis prejuicios hacia el parodismo
le dije que jamás iba a ir. Cuando llegué al ensayo me di cuenta que había una
energía maravillosa y el grupo era muy especial. Terminé saliendo 3 años en
Urbanos. Haber salido ahí me aportó mucho en el hecho de seguir rompiendo con
prejuicios. Aprendí a cantar de otra manera e interpretar otras cosas. Me
acuerdo que el encargado de la puesta en escena era Freddy González. Cuando se
me presentó me preguntó “Vos, ¿qué vas a hacer?”. Le dije “Yo voy a cantar, que
es lo que más o menos sé hacer”. Ahí largó una carcajada gigante y me dijo
“¿Estás loco? ¡Esta parte la decís vos!”. Arrancaba el show con Damián Luzardo
y yo haciendo un diálogo. Fue algo que me dio mucha vergüenza en ese momento, y
gracias a Freddy tuve la chance de vivir esa experiencia de actuar. Pero sobre
todo aprendí a cantar cosas que no fueran murga. Las canciones iban más por el
lado de las baladas, y en el conjunto tuve mis primeras clases de canto. Tuve
una formación diferente que me abrió un camino hasta hoy. Hay cosas que aprendí
de esa época que aun las sigo implementando. Cantar de otra manera fue todo un
desafío. Aprendí mucho de Damián Luzardo también, que era y es terrible
cantante, así como de otro montón de compañeros, y Luís Quintana que era el
profe de canto”.
Y DE REPENTE CON 17 AÑOS YA ESTABAS CANTANDO EN CONTRAFARSA…
“Luego de esos 3 años en Urbanos, al año siguiente, un día
vuelvo del liceo rumbo a casa y veo que en la vereda estaba la moto de Luís
Ortíz con un bombo atrás. Cuando llegué pensé “¡Me muero si me vinieron a
buscar para salir en Contrafarsa!”. Veo a través del ventanal de la casa que
Edén Iturrioz y Luís Ortíz estaban hablando con mi vieja porque me venían a
hacer esa invitación. Al revivirlo me doy cuenta de que fue un momento que me
marcó. Edén y Luís suponían que ya iba a aceptar, y estaban resolviendo algunos
detalles con mi madre. A ella lo que quería era que yo estuviera en un lugar en
el que me cuidaran, y ellos se estaban encargando de mentirle y disfrazar la
cosa un poco (risas). Salir en Contrafarsa fue
retomar el hecho de salir en murga después de ese tiempo de descanso que
me había tomado. Me acuerdo que ahí empecé a tomarme más en serio el hecho de
salir en una murga, y entendía que podía llegar a transformarse en un trabajo.
Además en esa etapa compartí con Alejandro Balbis que en ese momento me dio un
envión muy importante. Justo hace poco compartimos escenario en el Sodre,
dentro del toque del MPU, y recordamos esos momentos. Me acuerdo que un día después
de un ensayo le mostré una canción a Alejandro, y medio que la empezamos a
componer juntos. Él me dijo “¿Y vos qué pensás hacer con esto?”. Él veía un
potencial en mí y yo aún no tenía la confianza para creerme que podía vivir de
la música. Yo le dije que pensaba buscar alguna herramienta laboral que más o
menos me gustara y trabajar de eso. Pero él insistía en que me dedicara a
cantar y a componer. Cuando me lo dijo me convencí. Pensé que si ese tipo al
que admiro tanto y que tiene tanto talento como para conseguir vivir de la
música, me está diciendo esto, ¿por qué no intentarlo?. A partir de ahí tuve
una actitud más positiva con respecto a poder vivir de la música en algún
momento. Esa conversación me hizo cambiar el pensamiento. Para el Carnaval 2007
retorné a Araca la Cana. Fue un año precioso e incluso tuvimos la chance de
girar por España. La verdad que siempre voy a estar agradecido con Araca porque
me dio la posibilidad de debutar en Carnaval y siempre me sentí muy querido
allí”.
“VOS TENÉS QUE SALIR EN AGARRATE CATALINA”
“Balbis también fue el que me recomendó para que saliera en
Agarrate Catalina. Él me decía “Vos tenés que salir en La Catalina, es un grupo
que te va a enseñar mucho”. Un día se cruzó con Yamandú y Tabaré y les propuso
que los dos saliéramos ahí. Les dijo “Tengo dos integrantes para su murga: Maxi
Porciúncula y Alejandro Balbis”. “¡Bueno! ¿Dónde firmo?” dijo Yamandú. Un día
me crucé a Yamandú por el centro y me contó lo que le había dicho Balbis. A mí
me encantaba la idea de participar en la murga. Veía que era un grupo que
estaba consiguiendo cosas diferentes. Esa vez que nos cruzamos le di a entender
que me encantaba la idea y que quería ser parte. Hasta que un día en el que
salimos a cantar en los ómnibus con mi hermano Pablo viajando hasta La Paz, que
era algo que siempre habíamos querido hacer pero no nos animábamos. Durante ese
viaje Yamandú me llamó para invitarme a participar en la murga. La primera
experiencia que viví con la murga fueron unas actuaciones en Córdoba,
Argentina. Llegar ahí implicó asumir un montón de responsabilidades, ya que
trabajamos mucho con la murga y había que cumplir con ciertas reglas. Entrar en
La Catalina fue como entrar a un túnel del tiempo. En estos 12 años que hace
que integro la murga hemos vivido muchísimas cosas. Al principio la familia
preguntaba en qué andaba, y luego se fue acostumbrando a que siempre estaba
actuando en algún lugar con la murga. Me perdí muchos días de la madre,
cumpleaños, etc. Me sentí parte de la murga desde el primer momento, cuando me
sumé para preparar el Carnaval 2008. Creo que en algún momento vamos a tomar
una real dimensión de todo lo que nos ha pasado. Al punto de que hoy disfruto
de trabajar en mi casa. Porque salimos tanto, y trillamos tanto el camino que
pila de veces extrañaba estar en mi casa, y llevar adelante otros proyectos y
necesidades. Igual no me arrepiento ni
loco. A esos 10 años en los que estuve girando con La Catalina no los cambio
por nada. La Catalina se mantiene con una intensidad de trabajo increíble”.
SU PROPIO PROYECTO ARTÍSTICO
“En un momento me dieron ganas de cantar con mi hermano. Los
desafíos siempre nos llamaron la atención. Empezamos a construir nuestras
canciones y a trabajar como cantautores. Eso era algo que simpre estaba en la
vuelta y lo compartíamos con la familia
y los amigos más cercanos, pero no se terminaba de transformar en un trabajo
nuestro. Después de la experiencia que vivimos con La Catalina, decidimos
bajarnos del elenco estable de la murga para empezar a meterle energía a
nuestra carrera. Ese fue otro punto de inflexión importante en mi carrera
artística. Hay días que me han marcado mucho, y ese fue uno. Esa fue la última
gran decisión artística que tomé. El disco que hemos lanzado con la banda Senda
7 ha sido el fruto que empezó a cosecharse desde ese día. Trabajar en La
Catalina es hermoso e ideal, pero teníamos ganas de salir de esa comodidad y
mostrar nuestras canciones. La banda que hemos formado con Bruno, Mati y
Germán, y toda la gente que da una mano y también forma parte, ha sido un
reinicio en lo artístico”.
EN LOS AÑOS EN LOS QUE AGARRATE CATALINA NO SALIÓ EN
CARNAVAL, ¿EXTRAÑASTE SUBIRTE AL ESCENARIO EN FEBRERO?
“Ir al tablado y escuchar una batería de murga ya te
despierta las ganas de subir al escenario. Si bien no lo sufrí tanto porque La
Catalina siempre siguió trabajando, febrero tiene una mística única. La
temperatura que hace en el mes, sentir el olor a chorizo, y que el público esté
expectante, son algunos de los
condimentos necesarios para que el gen del murguista esté ahí, a flor de piel.
También durante los carnavales que no salí disfruté de los espectáculos como
cuando era chico. Esos carnavales me devolvieron la alegría y la maravilla de
ser espectador”.
¿CÓMO VIVISTE ESTE CARNAVAL 2019?
“Este año Carnaval fue como un embudo para mí. Arranqué
sintiéndome el menos carnavalero, y terminé siendo el más carnavalero con todo
lo que eso implica. Arranqué haciendo otras actividades, y a mitad de Carnaval
ya no podía hacer otra cosa que estar enfocado en la murga. Salir en carnaval
requiere tanta energía y concentración que es algo que te avasalla. Con la
murga en este último carnaval hicimos más de 120 tablados, entonces tratabas de
aprovechar el tiempo libre que te quedaba con la familia o haciendo otras
cosas. Hoy por hoy estoy entrando en esa de que cumplí 30 años. Hay etapas que
uno va quemando, y de esa forma va viendo la vida de diferente manera. El
carnaval no fue una excepción. Cuando era más chico al salir en Carnaval mi
atención estaba en otro lado, y había cosas que no las valoraba. Una vez que volví
a salir en Carnaval con la murga luego de 7 años me di cuenta de que me
encontré disfrutando de momentos que de repente antes deseaba que pasaran
rápido. Viví la experiencia totalmente de otra manera, y este ha sido el
carnaval que más disfruté por lejos”.
SI TU CARRERA ARTÍSTICA FUERA UNA FOTO, ¿QUIÉNES ESTARÍAN EN
ELLA?
“Seguro estaría mi familia por el apoyo. Por más que el arte
se vea como algo inestable, mi familia hace que confíe en lo que hago y me
dedique de lleno a eso. Siempre me cuidaron y me apoyaron. También estarían
todos los conjuntos que me abrieron las puertas, y me dejaron entrar a su casa.
Más allá de que ya mencioné a mi familia, quiero resaltar en esa foto a mi
hermano Pablo por ser el que me acercó a la música, a Edén Iturrioz, Alejandro
Balbis, Yamandú, Martín y Tabaré Cardozo. Todos ellos son maestros de la música y de la vida que compartieron su conocimiento conmigo sin dudar. La carrera
artística se construye a raíz de eso. Es como un puente que se va formando con
la energía de esas personas que aparecen, de los amigos, de la familia, etc. Si
no fuera por esa buena vibra, los artistas no existirían. Vos podés transmitir
mucho, pero también dependés de lo que te van a devolver. Seguro esa foto sería
un collage de eso. También estaría todo aquel que comparte una publicación y
difunde lo que hago. Esa gente hace posible que seas artista, quizás sin darse
cuenta. A toda esa gente le estoy eternamente agradecido. Gran parte de mi
energía y mi gratitud siempre va para la gente que simplemente te desea lo
mejor sin esperar nada a cambio. Cada vez que tomo conciencia de que trabajo
como artista solo me sale agradecer, y a ese ejercicio de la gratitud no lo voy
a abandonar nunca”.
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