miércoles, 1 de marzo de 2017

SIN EL DISFRAZ

MAXIMILIANO PÉREZ





Desde los siete años de edad ha estado emparentado con el carnaval; a veces hasta casi sin querer. Se fue encontrando con él una y otra vez, reinventándose, investigando, y aprendiendo en el camino. Hoy los vaivenes de la vida hacen que viva las carnestolendas desde abajo de los escenarios, pero eso no fue impedimento para que brindara diversas opiniones respecto a esta celebración que nos convoca a los uruguayos en cada mes de febrero. Ha participado de la fiesta de momo, integrando los elencos de Curtidores de Hongos, Agarrate Catalina, Asaltantes con Patente y Don Timoteo. El trabajo que hoy por hoy desarrolla en los medios de comunicación le ha permitido disfrutar de los espectáculos desde otro lugar, aunque confiesa haberse “desenamorado” de uno de los rasgos culturales más importantes de nuestro país. La charla con Maximiliano Pérez tuvo distintos enfoques. Mientras tanto, hay un disfraz colgado esperando otra oportunidad.   

¿CUÁL FUE TU PRIMER VÍNCULO CON EL CARNAVAL?

“En 1988, cuando tenía siete años, Falta y Resto ensayaba en el Sindicato de Postales, y mi tío era el cantinero. Aparte él vivía ahí, en una casa que estaba al fondo del sindicato, ubicado en Fernández Crespo y Lima. Mi vieja en esas épocas estaba muy enferma, y mis vacaciones de verano consistían en quedarme los tres meses en esa casa. La Falta ensayaba en un patio al fondo, y la casa quedaba arriba, entonces había como un balcón desde donde veíamos los ensayos con mi primo. Ahí me enamoré del género, y coincidió que era tremendo año de la murga. Ver a ese cuadrazo con Pitufo (Edú) Lombardo, Pinocho (Pablo Routin), Quique (Enrique) Rivero, El Zurdo (Freddy Bessio), Ronald (Arismendi), Raúl (Castro), el Piruja (Hugo Brocos), (Daniel) Carluccio, etc. Por parte de mis viejos no tuve ningún acercamiento a la murga, son malos cantando, incluso. Unos años después Carluccio compró el título de Curtidores de Hongos, y formó una familia con Mariela Gotuzzo. Justo cuadraba que unos vecinos míos en Euskalerría eran primos de Mariela. Carluccio formó un plantel con muchos ex Falta y Resto. En los cumpleaños mis padres empezaron a formar un vínculo con Carluccio porque era compañero de Mariela; y como mi papá se dedica al rubro textil, se encargaba de conseguir telas, dando una mano en vestuario. Yo estaba colgado con la murga, y seguía enamorándome. Ya en 1993 al ver y acompañar a los Curtidores, empecé a tomar más conciencia de ese cariño que sentía hacia el género. Iba a todos los ensayos, y me aprendía las letras antes que los murguistas. En 1997, el TUMP y la Intendencia arrancaron con la movida de Murga Joven. Éramos cuatro murgas con cuatro talleristas. Una de ellas era La Tricotea, que el tallerista era Pinocho Routin. Ahí empecé a tomarme más en serio el tema de la murga, y a aprender de qué se trataba. Hasta esa época no sabía ni que el coro se dividía en cuerdas. Luego en el 2000 se me dio la oportunidad de salir en carnaval. Frecuentaba mucho el tablado de Malvín por un tema de cercanía, y el de Flor de Maroñas porque mi familia es de la Curva también. Visité mucho a “El Jardín de la Mutual”, porque había buena relación de mi familia con Dalton Rosas Riolfo,  que se encargaba del tablado, y nos facilitaba el tema de entradas (risas)”.

¿POR QUIÉN  BROTARON TUS GANAS DE SER MURGUISTA?

“Por Pinocho Routin. Siempre me rompió la cabeza. Desde que lo vi haciendo el cuplé de “La Gente”, o “El Pepe Revolución”, o “La Esperanza” en el año 1993 de Curtidores de Hongos. En 1994 hizo el personaje del suicida; en 1995 hizo los sueños del Banana Kurosawa; en 1996 hizo “El Casamiento”, y en ese espectáculo se abordaba el tema de los vínculos y las separaciones de las parejas. Los hongos me partían la cabeza musicalmente, porque tenían mucho rock and roll y música popular uruguaya. E hicieron cosas en esos años que un tiempo después han sido valoradas. La Falta, Pinocho y Los Curtidores me marcaron para elegir el género. Luego fui haciendo mi propio camino con amigos, y la vida me fue llevando para distintos lugares. Tuve la suerte de trabajar con Pinocho en el 2013 en Asaltantes con Patente, y en 2014 con Don Timoteo. Él era el puestista, y para mí fue cumplir un sueño. De hecho, al momento de trabajar me di cuenta de que teníamos muchas diferencias artísticas, pero la admiración está intacta”.

¿QUÉ SENTÍS QUE EL CARNAVAL HA GANADO Y PERDIDO CON EL TIEMPO?

“No me gusta entrar en eso de que lo de antes era lo mejor. El carnaval ha evolucionado junto con la sociedad. Cambiar está bien. Los cambios a veces afectan a cosas de las que uno no se quiere desprender porque son lindas y entrañables. Ahora lo que hay es una exposición de miserias. Antes a las miserias se las tapaba un poco más. La competencia carnavalera, y el caminar a los jurados existe desde siempre. Hace varios años ingresó la televisión y el tema de las redes sociales, y el carnaval ha ido de la mano con esos avances, entonces toda la parte negativa de la fiesta queda a boca de jarro, y se ve muy rápidamente. Están las miserias carnavaleras de determinados artistas queriendo bajar el espectáculo de otros, o buscándole la vuelta para criticar. Hoy desde una computadora cualquiera dice lo que quiere, y eso abarca a murguistas, gente que opina de carnaval, a la que le pagan y a la que no, etc. La masividad del carnaval a través de los medios está buena porque lo hace llegar a lugares a los que no llegaba, pero por otro lado potencia las miserias. Tengo la suerte de estar trabajando para TV Ciudad, recorriendo los escenarios, y el espíritu del carnaval de barrio sigue estando. Ves a los niños pintándose la cara, corriendo para todos lados, las bombitas amarillas. La gente se acerca masivamente a los tablados comerciales, por eso pareciera que el carnaval se ha transformado en el Velódromo, y cuatro tablados más. Pero lo otro se sigue respirando, el tema es que la gente elige, y se vuelca para más o menos los mismos lugares. Antes había muchas opciones, y la gente se repartía más. Si la gente que dice que el carnaval ha cambiado, se acerca al tablado de Flor de Maroñas, o al Monte de la Francesa, que en mi opinión es el mejor tablado de todos, se va a dar cuenta de que está errada. En esos lugares se sigue respirando el carnaval que respiraba cuando niño. La misma gente que se queja de que el carnaval se ha centralizado en distintos escenarios, es la que elige ir al Velódromo, o al Teatro de Verano, y hablar del concurso. Pareciera que el carnaval necesitara de ese moralismo barato para sentirse cómodo. En cuanto a los espectáculos cada vez más pasa que el público los posiciona para ganar en el concurso, de manera que si hacés algo distinto a lo que “está para ganar”, seguramente te condenen”.

“TODOS LOS CARNAVALEROS BUSCAN EL ÉXITO”

“Todos los carnavaleros que se dedican a hacer espectáculos buscan el éxito. Entonces, por lo general se inclinan hacia fórmulas que les pueden brindar ese éxito. Ya no hay tantas murgas que quieren parecerse a La Mojigata. En algún momento sí sucedió, pero después se dieron cuenta de que eso no les daba la copa, ni 120 tablados, ni sponsors. El concurso encasilla al arte en casi todo. La gente que arma espectáculos se rompe la cabeza, y trata de balancear un poco, para hacer lo que puede dar resultado a nivel de concurso, pero al mismo tiempo plantear algo que le gustaría decir. Pero por otro lado, por ejemplo, está el caso de las murgas cooperativas que de repente son más fieles a sí mismas porque no tienen tanto para perder. Pero si escribís un espectáculo para una murga que tiene un patrón, que pone una cantidad de billetes arriba de la mesa, y te exige ganar, no te podés hacer trampa, pero a la vez tenés que cumplir con tu trabajo, que es que la murga esté mortal, pero sobre todo que sea “concursera”. Lo que he aprendido con los años es a verle los hilos a la marioneta, y saber qué caminos hay que tomar para que una murga pueda definir. Ahí es cuando te peleás con vos mismo cuando apoyás la cabeza en la almohada, porque de repente te gustaría plantear tal cosa antes que otra, pero por otro lado sabés que ese formato que pensás es riesgoso, y quizás no atrape al público carnavalero. Entonces terminás equilibrando, y ofrecés un poco de lo que el público carnavalero exige, asi como también escribís un poco de lo que a vos te parece que está bueno. En realidad es tristísimo, pero es así. Cada vez hay menos letristas en carnaval porque no quieren traicionarse más. Por lo general, los métodos del concurso van en contra de lo que uno le gustaría, como por ejemplo el humor negro, el sarcasmo, o cosas que no son comúnmente aceptadas por el carnaval. Si decís algo que va en contra de DAECPU o de la Intendencia, ya sabés lo que puede pasar. Hay murgas que van tranzando, y hoy por hoy ya no es tan necesario hacer un salpicón. Porque la gente ya sabe lo que pasó en el año, o se expresa en las redes sociales respecto a lo que va sucediendo. Y las murgas usan ese tiempo de seis o siete minutos para generar otro tipo de contenidos en el espectáculo”.

¿HA CAMBIADO TU FORMA DE ESCRIBIR UN ESPECTÁCULO?

“Ha cambiado. He aprendido mucho de la gente con la que he trabajado. Igual no me encargo mucho de la parte humorística o de la crítica social. Lo hice un par de años en los Curtidores, pero en Asaltantes y Timoteo encaré más las letras de las puntas, y la elección musical, o el tema de definir qué hay que recortar. Compartí grupos de trabajo con Carlitos Tanco, el Moncho Licio, Pablo Aguirrezabal, el Laucha (Martín Sacco), que son muy talentosos, y tienen una mirada frente a la creación de un espectáculo que es inalcanzable para mí.  Estar al lado de ellos, y convivir todo el tiempo me ha enseñado mucho. Incluso hizo que cambiara mi forma de ver el género. Los espectáculos más o menos apuntan para el mismo lado. Más o menos humor, más o menos crítica social, etc. Lo más difícil es lograr el humor y levantar al público mediante la crítica. Decir “La inseguridad nos está matando a todos”, es muy fácil. Es mucho más atractivo reflejar la realidad de la inseguridad con humor. Teniendo en cuenta eso, el libreto de La Mojigata me parece el mejor de este año. Sobre todo por las formas que utilizan, y desde el lugar en el que se paran para decir las cosas. Hacen más preguntas, en vez de dar verdades, y al mismo tiempo te están diciendo lo que piensan. A mi entender esos son los espectáculos más disfrutables. Pero volvemos a lo que comentaba antes, que es que el público carnavalero de repente desacredita ese tipo de espectáculos diciendo que les falta crítica, cuando en mi opinión son los que más crítica tienen”.

¿QUÉ MOMENTO VIVIDO EN EL CARNAVAL PERDURA EN TU RECUERDO COMO EL MÁS DISFRUTABLE?

“Por suerte viví un montón de momentos. Pero si tengo que puntualizar uno, el año 2005 con Agarrate Catalina fue el más disfrutable, sobre todo porque fue el año en el que nació mi primer hijo. Creo que esas cosas se miden por lo que le va sucediendo a uno también.  Hubo muchos factores. El crecimiento de la murga, lo que se logró artísticamente, los lugares a los que pudimos llevar nuestro espectáculo, y la conformidad que teníamos con él. Quedamos recontra contentos y agradecidos por lo que habíamos trabajado. Sobre todo por cómo nos recibió hasta la gente no carnavalera. Un montón de gente nos iba a ver, y nunca había visto carnaval. Fuimos a cantar a lugares en los que el carnaval no era bien valorado. La murga venció esa barrera carnavalera, y salió para todos lados. No me olvido más de cómo estaba el Teatro de Verano  las veces que fuimos durante ese febrero. Nunca lo vi igual. Haber cantado en la asunción de Vázquez en Avenida Libertador frente a un mundo de gente, etc. Esas son cosas que te quedan en la cabeza y en el corazón. Fue un año sorpresivo para nosotros en todo sentido. Íbamos en el camión de un tablado a otro, y había gente que nos seguía en caravana. Nos pasaba  de terminar el cuplé de Mujica, o el de Los Jóvenes Blancos, o “El Sueño Americano”, y el tablado entero estaba parado aplaudiendo. Eso no me pasó nunca más. Mucha gente estaba emocionada con el producto que habíamos generado. Ese año ni siquiera tuvimos el afán de ganar el concurso. Había ganado el año anterior con Curtidores, y quise volver a Agarrate Catalina, porque ya había salido con ellos en el Encuentro de Murga Joven y estuve desde el principio. Quería salir con mis amigos, y no me importaba si salíamos décimos, y hacíamos cuarenta tablados. Ese espectáculo fue creado desde ese lugar. Hicimos los trajes con nuestras manitos, y laburamos un montón. Nunca imaginamos que todo se iba a dar como se dio. Veíamos a Martín Cardozo hacer al Pepe Mujica en los ensayos, sin la máscara porque todavía no estaba pronta, y decíamos: “Pahh, esto está mal”. Confiábamos en lo que hacíamos, pero no pensábamos que iba a rendir tanto”.

¿QUÉ ESPECTÁCULOS TE HAN GUSTADO EN ESTE CARNAVAL?

“Me sorprendió Cyranos. El estar adentro de la rosca, no me permitía ver profundamente a los espectáculos. Entonces me pasaba que las otras categorías no me llegaban a enamorar. Cyranos logró eso en mí. Me emocioné mucho con la parodia de Nazarenos del Pistola Marsicano, porque estando en Agarrate Catalina tuve la suerte de conocerlo. Capaz que una persona que no tiene idea de quién es, acusa a la parodia de sensiblera, o de que busca golpes bajos. Pero el Pistola verdaderamente era así de solidario. Hacía tiempo que no me emocionaba en carnaval. También me emocioné mucho con lo que logra Pitufo musicalmente en Don Timoteo. El tipo está en otro lugar. No descubro exactamente si es la llevada del Lolito (Iribarne), o la calidad de los arreglos, pero me emociona escuchar a la murga. Con respecto a los contenidos, La Mojigata me rompió la cabeza. Cayó la Cabra me gusta mucho. La Clave está en un gran año; veo que hacen las cosas con tanto amor, disfrutándolo tanto, y compro. La Gran Muñeca tiene momentos que me gustan muchísimo, como el cuplé de Los Libertadores, o el de la Tenencia de los Hijos. Me parece que es una murga que busca su propio camino a la hora de armar un espectáculo. Encuentra temáticas y formas de decir que generan credibilidad.  A todas las murgas les encuentro cosas para disfrutar. Algunas me gustan mucho por sus contenidos, y otras me generan un montón de cosas a nivel musical, coral y estético como Momolandia, Curtidores de Hongos, Patos Cabreros y Don Timoteo. Si estás abierto a disfrutar, a todo le encontrás algo bueno. Si entrás en la rosca concursera, estás predispuesto a ver los puntos bajos de cada espectáculo, y eso no está bueno. Estuve en ese lugar concursero y me he curado. En la categoría de Lubolos me emociona el sonido de los tambores, y los arreglos musicales, pero no sé decir qué está bien o qué está mal. En las Revistas, House ha apuntado mucho al humor, y eso le genera un plus a la categoría que ya no pasa solamente por hacer cuadros con distintas coreografías. Por el trabajo que me toca hacer en televisión, he disfrutado mucho de ver a los conjuntos brindando todo el potencial que pueden brindar bajo las condiciones técnicas limitadas que muchas veces hay en los tablados. Ver el disfrute de los artistas es algo que me gusta un montón”.

¿QUÉ MOTIVÓ QUE NO SALIERAS EN ESTE CARNAVAL 2017?

“Decidí no salir en carnaval este año por una cuestión exclusivamente laboral. Estoy trabajando en la parte de Producción en “La Guitarrita”. Este año repetimos los tres programas que hicimos el año pasado que son “Muchas gracias, jugadores”, “Por la Camiseta”, y “Mochileros”. Para “Por la Camiseta” tuvimos que viajar en noviembre y diciembre, y lo volveremos a hacer ahora en marzo. Entonces no me daban los tiempos. Además, las veces que he salido en carnaval, me ha gustado estar en la cocina de los espectáculos. No voy a ensayar simplemente, y vuelvo a casa, si no que estoy pensando todo el día en el espectáculo, llamando a uno de los letristas, al de la puesta, etc. Entonces me di cuenta de que el tiempo que iba a poder dedicarle al carnaval, no iba a ser el indicado, y me iba a sentir en deuda con mis compañeros. En Don Timoteo generé una amistad muy linda con el grupo, y me he llevado amigos de esa murga, además de tener un vínculo muy lindo con los dueños. Por eso me quedé con un poco de lástima al no poder seguir en el proceso. Hubiera estado precioso salir con Pitufo, Marcel y Pinocho. Cualquier murguero querría salir con ellos que son unos referentes. Pero a la hora de la decisión, el bienestar de la familia está por encima de cualquier figura carnavalera. Hoy por hoy estoy en un momento de rearmado, y me gustaría que me fuera bien en mis trabajos, para poder tener un mes de descanso, dedicándolo a mis hijos, y sin tener nada que ver con el carnaval, ni siquiera televisivamente. Eso sería genial. Pero esas cosas nunca se saben. Siento que podría estar un febrero sin vincularme al carnaval, porque me he desenamorado de él. Se ha transformado en una herramienta laboral. Ya no me pasa lo que me sucedía cuando era un guacho, que amaba hacer carnaval. No me genera pena, porque es como cuando sos un gurí, y te das cuenta de quiénes son los reyes. Por un ratito te apenas, pero después te adaptás. El carnaval son los padres, básicamente”. (Risas).  



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