MAXIMILIANO PÉREZ
Desde los siete años de edad ha estado emparentado con el
carnaval; a veces hasta casi sin querer. Se fue encontrando con él una y otra
vez, reinventándose, investigando, y aprendiendo en el camino. Hoy los vaivenes
de la vida hacen que viva las carnestolendas desde abajo de los escenarios,
pero eso no fue impedimento para que brindara diversas opiniones respecto a esta
celebración que nos convoca a los uruguayos en cada mes de febrero. Ha
participado de la fiesta de momo, integrando los elencos de Curtidores de
Hongos, Agarrate Catalina, Asaltantes con Patente y Don Timoteo. El trabajo que
hoy por hoy desarrolla en los medios de comunicación le ha permitido disfrutar
de los espectáculos desde otro lugar, aunque confiesa haberse “desenamorado” de
uno de los rasgos culturales más importantes de nuestro país. La charla con Maximiliano
Pérez tuvo distintos enfoques. Mientras tanto, hay un disfraz colgado esperando
otra oportunidad.
¿CUÁL FUE TU PRIMER VÍNCULO CON EL CARNAVAL?
“En 1988, cuando tenía siete años, Falta y Resto ensayaba en
el Sindicato de Postales, y mi tío era el cantinero. Aparte él vivía ahí, en
una casa que estaba al fondo del sindicato, ubicado en Fernández Crespo y Lima.
Mi vieja en esas épocas estaba muy enferma, y mis vacaciones de verano
consistían en quedarme los tres meses en esa casa. La Falta ensayaba en un
patio al fondo, y la casa quedaba arriba, entonces había como un balcón desde
donde veíamos los ensayos con mi primo. Ahí me enamoré del género, y coincidió
que era tremendo año de la murga. Ver a ese cuadrazo con Pitufo (Edú) Lombardo,
Pinocho (Pablo Routin), Quique (Enrique) Rivero, El Zurdo (Freddy Bessio), Ronald (Arismendi), Raúl
(Castro), el Piruja (Hugo Brocos), (Daniel) Carluccio, etc. Por parte de mis viejos no tuve ningún
acercamiento a la murga, son malos cantando, incluso. Unos años después
Carluccio compró el título de Curtidores de Hongos, y formó una familia con
Mariela Gotuzzo. Justo cuadraba que unos vecinos míos en Euskalerría eran
primos de Mariela. Carluccio formó un plantel con muchos ex Falta y Resto. En
los cumpleaños mis padres empezaron a formar un vínculo con Carluccio porque
era compañero de Mariela; y como mi papá se dedica al rubro textil, se
encargaba de conseguir telas, dando una mano en vestuario. Yo estaba colgado
con la murga, y seguía enamorándome. Ya en 1993 al ver y acompañar a los
Curtidores, empecé a tomar más conciencia de ese cariño que sentía hacia el
género. Iba a todos los ensayos, y me aprendía las letras antes que los
murguistas. En 1997, el TUMP y la Intendencia arrancaron con la movida de Murga
Joven. Éramos cuatro murgas con cuatro talleristas. Una de ellas era La
Tricotea, que el tallerista era Pinocho Routin. Ahí empecé a tomarme más en
serio el tema de la murga, y a aprender de qué se trataba. Hasta esa época no
sabía ni que el coro se dividía en cuerdas. Luego en el 2000 se me dio la
oportunidad de salir en carnaval. Frecuentaba mucho el tablado de Malvín por un
tema de cercanía, y el de Flor de Maroñas porque mi familia es de la Curva
también. Visité mucho a “El Jardín de la Mutual”, porque había buena relación
de mi familia con Dalton Rosas Riolfo,
que se encargaba del tablado, y nos facilitaba el tema de entradas
(risas)”.
¿POR QUIÉN BROTARON
TUS GANAS DE SER MURGUISTA?
“Por Pinocho Routin. Siempre me rompió la cabeza. Desde que
lo vi haciendo el cuplé de “La Gente”, o “El Pepe Revolución”, o “La Esperanza”
en el año 1993 de Curtidores de Hongos. En 1994 hizo el personaje del suicida;
en 1995 hizo los sueños del Banana Kurosawa; en 1996 hizo “El Casamiento”, y en
ese espectáculo se abordaba el tema de los vínculos y las separaciones de las
parejas. Los hongos me partían la cabeza musicalmente, porque tenían mucho rock
and roll y música popular uruguaya. E hicieron cosas en esos años que un tiempo
después han sido valoradas. La Falta, Pinocho y Los Curtidores me marcaron para
elegir el género. Luego fui haciendo mi propio camino con amigos, y la vida me
fue llevando para distintos lugares. Tuve la suerte de trabajar con Pinocho en
el 2013 en Asaltantes con Patente, y en 2014 con Don Timoteo. Él era el
puestista, y para mí fue cumplir un sueño. De hecho, al momento de trabajar me
di cuenta de que teníamos muchas diferencias artísticas, pero la admiración
está intacta”.
¿QUÉ SENTÍS QUE EL CARNAVAL HA GANADO Y PERDIDO CON EL
TIEMPO?
“No me gusta entrar en eso de que lo de antes era lo mejor.
El carnaval ha evolucionado junto con la sociedad. Cambiar está bien. Los
cambios a veces afectan a cosas de las que uno no se quiere desprender porque
son lindas y entrañables. Ahora lo que hay es una exposición de miserias. Antes
a las miserias se las tapaba un poco más. La competencia carnavalera, y el
caminar a los jurados existe desde siempre. Hace varios años ingresó la
televisión y el tema de las redes sociales, y el carnaval ha ido de la mano con
esos avances, entonces toda la parte negativa de la fiesta queda a boca de
jarro, y se ve muy rápidamente. Están las miserias carnavaleras de determinados
artistas queriendo bajar el espectáculo de otros, o buscándole la vuelta para
criticar. Hoy desde una computadora cualquiera dice lo que quiere, y eso abarca
a murguistas, gente que opina de carnaval, a la que le pagan y a la que no,
etc. La masividad del carnaval a través de los medios está buena porque lo hace
llegar a lugares a los que no llegaba, pero por otro lado potencia las
miserias. Tengo la suerte de estar trabajando para TV Ciudad, recorriendo los
escenarios, y el espíritu del carnaval de barrio sigue estando. Ves a los niños
pintándose la cara, corriendo para todos lados, las bombitas amarillas. La
gente se acerca masivamente a los tablados comerciales, por eso pareciera que
el carnaval se ha transformado en el Velódromo, y cuatro tablados más. Pero lo
otro se sigue respirando, el tema es que la gente elige, y se vuelca para más o
menos los mismos lugares. Antes había muchas opciones, y la gente se repartía
más. Si la gente que dice que el carnaval ha cambiado, se acerca al tablado de
Flor de Maroñas, o al Monte de la Francesa, que en mi opinión es el mejor
tablado de todos, se va a dar cuenta de que está errada. En esos lugares se
sigue respirando el carnaval que respiraba cuando niño. La misma gente que se
queja de que el carnaval se ha centralizado en distintos escenarios, es la que
elige ir al Velódromo, o al Teatro de Verano, y hablar del concurso. Pareciera
que el carnaval necesitara de ese moralismo barato para sentirse cómodo. En
cuanto a los espectáculos cada vez más pasa que el público los posiciona para
ganar en el concurso, de manera que si hacés algo distinto a lo que “está para
ganar”, seguramente te condenen”.
“TODOS LOS CARNAVALEROS BUSCAN EL ÉXITO”
“Todos los carnavaleros que se dedican a hacer espectáculos
buscan el éxito. Entonces, por lo general se inclinan hacia fórmulas que les
pueden brindar ese éxito. Ya no hay tantas murgas que quieren parecerse a La
Mojigata. En algún momento sí sucedió, pero después se dieron cuenta de que eso
no les daba la copa, ni 120 tablados, ni sponsors. El concurso encasilla al
arte en casi todo. La gente que arma espectáculos se rompe la cabeza, y trata
de balancear un poco, para hacer lo que puede dar resultado a nivel de
concurso, pero al mismo tiempo plantear algo que le gustaría decir. Pero por
otro lado, por ejemplo, está el caso de las murgas cooperativas que de repente
son más fieles a sí mismas porque no tienen tanto para perder. Pero si escribís
un espectáculo para una murga que tiene un patrón, que pone una cantidad de
billetes arriba de la mesa, y te exige ganar, no te podés hacer trampa, pero a
la vez tenés que cumplir con tu trabajo, que es que la murga esté mortal, pero
sobre todo que sea “concursera”. Lo que he aprendido con los años es a verle
los hilos a la marioneta, y saber qué caminos hay que tomar para que una murga
pueda definir. Ahí es cuando te peleás con vos mismo cuando apoyás la cabeza en
la almohada, porque de repente te gustaría plantear tal cosa antes que otra,
pero por otro lado sabés que ese formato que pensás es riesgoso, y quizás no
atrape al público carnavalero. Entonces terminás equilibrando, y ofrecés un
poco de lo que el público carnavalero exige, asi como también escribís un poco
de lo que a vos te parece que está bueno. En realidad es tristísimo, pero es
así. Cada vez hay menos letristas en carnaval porque no quieren traicionarse
más. Por lo general, los métodos del concurso van en contra de lo que uno le gustaría,
como por ejemplo el humor negro, el sarcasmo, o cosas que no son comúnmente aceptadas
por el carnaval. Si decís algo que va en contra de DAECPU o de la Intendencia,
ya sabés lo que puede pasar. Hay murgas que van tranzando, y hoy por hoy ya no
es tan necesario hacer un salpicón. Porque la gente ya sabe lo que pasó en el
año, o se expresa en las redes sociales respecto a lo que va sucediendo. Y las
murgas usan ese tiempo de seis o siete minutos para generar otro tipo de
contenidos en el espectáculo”.
¿HA CAMBIADO TU FORMA DE ESCRIBIR UN ESPECTÁCULO?
“Ha cambiado. He aprendido mucho de la gente con la que he
trabajado. Igual no me encargo mucho de la parte humorística o de la crítica
social. Lo hice un par de años en los Curtidores, pero en Asaltantes y Timoteo
encaré más las letras de las puntas, y la elección musical, o el tema de definir
qué hay que recortar. Compartí grupos de trabajo con Carlitos Tanco, el Moncho
Licio, Pablo Aguirrezabal, el Laucha (Martín Sacco), que son muy talentosos, y
tienen una mirada frente a la creación de un espectáculo que es inalcanzable
para mí. Estar al lado de ellos, y
convivir todo el tiempo me ha enseñado mucho. Incluso hizo que cambiara mi
forma de ver el género. Los espectáculos más o menos apuntan para el mismo
lado. Más o menos humor, más o menos crítica social, etc. Lo más difícil es
lograr el humor y levantar al público mediante la crítica. Decir “La
inseguridad nos está matando a todos”, es muy fácil. Es mucho más atractivo
reflejar la realidad de la inseguridad con humor. Teniendo en cuenta eso, el
libreto de La Mojigata me parece el mejor de este año. Sobre todo por las
formas que utilizan, y desde el lugar en el que se paran para decir las cosas.
Hacen más preguntas, en vez de dar verdades, y al mismo tiempo te están
diciendo lo que piensan. A mi entender esos son los espectáculos más disfrutables.
Pero volvemos a lo que comentaba antes, que es que el público carnavalero de
repente desacredita ese tipo de espectáculos diciendo que les falta crítica,
cuando en mi opinión son los que más crítica tienen”.
¿QUÉ MOMENTO VIVIDO EN EL CARNAVAL PERDURA EN TU RECUERDO
COMO EL MÁS DISFRUTABLE?
“Por suerte viví un montón de momentos. Pero si tengo que
puntualizar uno, el año 2005 con Agarrate Catalina fue el más disfrutable,
sobre todo porque fue el año en el que nació mi primer hijo. Creo que esas
cosas se miden por lo que le va sucediendo a uno también. Hubo muchos factores. El crecimiento de la
murga, lo que se logró artísticamente, los lugares a los que pudimos llevar
nuestro espectáculo, y la conformidad que teníamos con él. Quedamos recontra
contentos y agradecidos por lo que habíamos trabajado. Sobre todo por cómo nos
recibió hasta la gente no carnavalera. Un montón de gente nos iba a ver, y
nunca había visto carnaval. Fuimos a cantar a lugares en los que el carnaval no
era bien valorado. La murga venció esa barrera carnavalera, y salió para todos
lados. No me olvido más de cómo estaba el Teatro de Verano las veces que fuimos durante ese febrero.
Nunca lo vi igual. Haber cantado en la asunción de Vázquez en Avenida Libertador
frente a un mundo de gente, etc. Esas son cosas que te quedan en la cabeza y en
el corazón. Fue un año sorpresivo para nosotros en todo sentido. Íbamos en el
camión de un tablado a otro, y había gente que nos seguía en caravana. Nos
pasaba de terminar el cuplé de Mujica, o
el de Los Jóvenes Blancos, o “El Sueño Americano”, y el tablado entero estaba
parado aplaudiendo. Eso no me pasó nunca más. Mucha gente estaba emocionada con
el producto que habíamos generado. Ese año ni siquiera tuvimos el afán de ganar
el concurso. Había ganado el año anterior con Curtidores, y quise volver a
Agarrate Catalina, porque ya había salido con ellos en el Encuentro de Murga
Joven y estuve desde el principio. Quería salir con mis amigos, y no me
importaba si salíamos décimos, y hacíamos cuarenta tablados. Ese espectáculo
fue creado desde ese lugar. Hicimos los trajes con nuestras manitos, y laburamos
un montón. Nunca imaginamos que todo se iba a dar como se dio. Veíamos a Martín
Cardozo hacer al Pepe Mujica en los ensayos, sin la máscara porque todavía no
estaba pronta, y decíamos: “Pahh, esto está mal”. Confiábamos en lo que
hacíamos, pero no pensábamos que iba a rendir tanto”.
¿QUÉ ESPECTÁCULOS TE HAN GUSTADO EN ESTE CARNAVAL?
“Me sorprendió Cyranos. El estar adentro de la rosca, no me
permitía ver profundamente a los espectáculos. Entonces me pasaba que las otras
categorías no me llegaban a enamorar. Cyranos logró eso en mí. Me emocioné
mucho con la parodia de Nazarenos del Pistola Marsicano, porque estando en
Agarrate Catalina tuve la suerte de conocerlo. Capaz que una persona que no
tiene idea de quién es, acusa a la parodia de sensiblera, o de que busca golpes
bajos. Pero el Pistola verdaderamente era así de solidario. Hacía tiempo que no
me emocionaba en carnaval. También me emocioné mucho con lo que logra Pitufo
musicalmente en Don Timoteo. El tipo está en otro lugar. No descubro
exactamente si es la llevada del Lolito (Iribarne), o la calidad de los
arreglos, pero me emociona escuchar a la murga. Con respecto a los contenidos,
La Mojigata me rompió la cabeza. Cayó la Cabra me gusta mucho. La Clave está en
un gran año; veo que hacen las cosas con tanto amor, disfrutándolo tanto, y
compro. La Gran Muñeca tiene momentos que me gustan muchísimo, como el cuplé de
Los Libertadores, o el de la Tenencia de los Hijos. Me parece que es una murga
que busca su propio camino a la hora de armar un espectáculo. Encuentra
temáticas y formas de decir que generan credibilidad. A todas las murgas les encuentro cosas para
disfrutar. Algunas me gustan mucho por sus contenidos, y otras me generan un
montón de cosas a nivel musical, coral y estético como Momolandia, Curtidores
de Hongos, Patos Cabreros y Don Timoteo. Si estás abierto a disfrutar, a todo
le encontrás algo bueno. Si entrás en la rosca concursera, estás predispuesto a
ver los puntos bajos de cada espectáculo, y eso no está bueno. Estuve en ese
lugar concursero y me he curado. En la categoría de Lubolos me emociona el
sonido de los tambores, y los arreglos musicales, pero no sé decir qué está
bien o qué está mal. En las Revistas, House ha apuntado mucho al humor, y eso
le genera un plus a la categoría que ya no pasa solamente por hacer cuadros con
distintas coreografías. Por el trabajo que me toca hacer en televisión, he
disfrutado mucho de ver a los conjuntos brindando todo el potencial que pueden
brindar bajo las condiciones técnicas limitadas que muchas veces hay en los tablados.
Ver el disfrute de los artistas es algo que me gusta un montón”.
¿QUÉ MOTIVÓ QUE NO SALIERAS EN ESTE CARNAVAL 2017?
“Decidí no salir en carnaval este año por una cuestión
exclusivamente laboral. Estoy trabajando en la parte de Producción en “La
Guitarrita”. Este año repetimos los tres programas que hicimos el año pasado
que son “Muchas gracias, jugadores”, “Por la Camiseta”, y “Mochileros”. Para “Por
la Camiseta” tuvimos que viajar en noviembre y diciembre, y lo volveremos a
hacer ahora en marzo. Entonces no me daban los tiempos. Además, las veces que
he salido en carnaval, me ha gustado estar en la cocina de los espectáculos. No
voy a ensayar simplemente, y vuelvo a casa, si no que estoy pensando todo el
día en el espectáculo, llamando a uno de los letristas, al de la puesta, etc.
Entonces me di cuenta de que el tiempo que iba a poder dedicarle al carnaval,
no iba a ser el indicado, y me iba a sentir en deuda con mis compañeros. En Don
Timoteo generé una amistad muy linda con el grupo, y me he llevado amigos de
esa murga, además de tener un vínculo muy lindo con los dueños. Por eso me
quedé con un poco de lástima al no poder seguir en el proceso. Hubiera estado
precioso salir con Pitufo, Marcel y Pinocho. Cualquier murguero querría salir
con ellos que son unos referentes. Pero a la hora de la decisión, el bienestar
de la familia está por encima de cualquier figura carnavalera. Hoy por hoy
estoy en un momento de rearmado, y me gustaría que me fuera bien en mis
trabajos, para poder tener un mes de descanso, dedicándolo a mis hijos, y sin
tener nada que ver con el carnaval, ni siquiera televisivamente. Eso sería
genial. Pero esas cosas nunca se saben. Siento que podría estar un febrero sin
vincularme al carnaval, porque me he desenamorado de él. Se ha transformado en
una herramienta laboral. Ya no me pasa lo que me sucedía cuando era un guacho,
que amaba hacer carnaval. No me genera pena, porque es como cuando sos un gurí,
y te das cuenta de quiénes son los reyes. Por un ratito te apenas, pero después
te adaptás. El carnaval son los padres, básicamente”. (Risas).
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