miércoles, 15 de febrero de 2017

PÁGINAS DE MOMO

FELIPE CASTRO



Con su poética y crítica pluma, y la amabilidad que lo caracteriza, Felipe Castro, fue el protagonista en un momento sumamente disfrutable. Una hora de charla que recopiló sus inquietudes con respecto al carnaval y toda su parafernalia. Hoy transita febrero, y lo encuentra participando desde abajo de los escenarios; concretamente por haber sido parte de la construcción de un espectáculo como el de la murga “Momolandia”. Pese a los argumentos en los que se apoya para no formar parte de la fiesta de momo, se reconoce como un carnavalero apasionado, que lleva en su interior a la necesidad de participar directa o indirectamente de uno de los máximos exponentes culturales del país año tras año. Quizás eso tenga lugar porque lleva a dos colores como el rojo y el negro en su corazón, y resulta imposible dejar de lado un lugar que  ha forjado parte de su identidad como artista. Solo el tiempo dirá si vuelve a las tablas aquel gurí que creció con la cara pintada desde la cuna.

¿CÓMO VIVÍS LOS AÑOS EN LOS QUE NO SALÍS EN CARNAVAL?

“La primera vez que dejé de salir fue en el año 2004. Ahí  extrañé un poco, pero cada vez extraño menos. Disfruto mucho del verano, e irme para afuera. Las veces que he extrañado, al año siguiente volví a salir. Lo que más extraño es compartir con un grupo, y la bañadera. Siempre he participado del carnaval haciendo músicas, y escribiendo. Nunca me alejé del todo, porque soy carnavalero, y es así. Este año no he ido a ver carnaval tampoco por cuestiones que van en contra de la fiesta. Cuando voy. extraño un poco más. Extraño los tablados también, aunque sé que si salgo en carnaval también los voy a extrañar, porque no hay. Los lunes, martes y miércoles, hacés tablados que están a tres cuadras de la playa, salvo el Prado. Esa gente puede ir a cualquier espectáculo en cualquier momento. Me enamoré de una fiesta que no es esta. Tengo tres hijas, y nunca tuve un verano con mi papá. Entonces como he salido más de quince años en carnaval, siento que mis hijas merecen que esté con ellas”.

¿EN QUÉ MEDIDA EL CARNAVAL SE HA ENRIQUECIDO, Y QUÉ COSAS HA PERDIDO?

“Se ha enriquecido en el profesionalismo. Voy a hablar de las murgas, que es de lo único que sé. Me parece perfecto que los murguistas reciban dinero por su trabajo. No me parece tan bien cuando es a costa de una entrada que sale $200. La entrada debería costar como mucho $60. Si después en el Teatro de Verano querés cobrar $10000, está todo bien. Carnaval son los tablados, y no pagaría ese dinero para ver espectáculos. Al único tablado al que llevaría a mis hijas, que me queda cerca, y está precioso es el Molino de Galgo. Acá se hace una tergiversación de la palabra “profesionalización”, como algo que favorece al carnaval, y no necesariamente es así. Por ejemplo, la puesta en escena abarrota tanto a los espectáculos, que parece que los murguistas se olvidaron de bailar murga. Una cosa es el teatro, y otra cosa es la murga. Además quien rige todo eso es el concurso, y marca la estética de la obra que vas a ver. De por sí es ridículo el hecho de ponerle un puntaje a algo que nace desde el sentimiento. Eso sumado a que las personas que lo hacen, no sé quiénes son. ¿Alguien se ha puesto a pensar que la persona que te juzga, condiciona tu trabajo para el año siguiente?. ¿Está capacitada esa persona para hacerlo?.  ¿Le sirve al carnaval que esa persona haga ese trabajo?. Se está llevando el carnaval hacia la costa, alejándolo de las clases populares, y son muy pocos los escenarios en los barrios. Si la gente tiene que ver carnaval por televisión, estamos fritos, y encima no todos pueden verlo por ese medio. Capaz que todo pasa por algo, pero vamos a conversarlo. Fui a la intendencia y le presenté un proyecto a la señora Graciela Michelini, que implicaba cincuenta tablados para cincuenta conjuntos. Me dijo: “Esto no me sirve”, y también es válido, pero no creo que se esté jugando a favor del arte. ¿Las pruebas de admisión están a favor del arte?. Si están a favor del arte, entonces entiendo por “arte” algo que no tiene nada que ver. En otros tiempos se consideraba al concurso, pero La BCG sabía que no iba a ganar, e igual hacía lo que quería. Veías a Falta y Resto, Los Saltimbanquis, Patos Cabreros,  o Araca la Cana, y no tenían un punto en común, haciendo cosas totalmente diferentes. Hoy por hoy, hay una cantidad de fórmulas que se han ido dando, marcadas por el concurso. Te va metiendo en el embudo del “Hay que hacer esto, y esto otro”. ¿Quién dice lo que hay que hacer?. Estaría bueno conversarlo entre todos los carnavaleros, y ver si estamos a favor del arte o en contra. El artista en carnaval va al público, y no al revés. El carnaval invierte la relación, y eso es lo que tiene de maravilloso. Vas al tablado, y te enterás de qué artista viene cuando lo ves en el pizarrón. Esa fue la fiesta de la que me enamoré. Por la trascendencia que ha tomado el carnaval, el Ministerio de Cultura debería colaborar con él. Otra cosa que está mal es el hecho de que las murgas montevideanas hacen un circuito de tablados en San Carlos, pero las de allá no vienen a Montevideo. Se está dando por sentado de que lo que tiene que ver la gente es lo de Montevideo. Encima si querés hacer tablados en Montevideo, tenés que anotarte, y dar la prueba para el Concurso Oficial”.

EL CARNAVAL Y LA TELEVISIÓN

“La estética de lo que se quiere mostrar, y cómo se quiere mostrar, no puede ser decidida por los canales de televisión. Tiene que ser el propio carnaval el que lo decida. Esas cuestiones son decididas por un tipo que es el mismo que decide qué música y qué escenografía va en un programa deportivo como “Sin Límite”, por ejemplo. No tengo nada contra los que se encargan de eso, además los conozco y sé que son unos crá. Pero una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa. Le tenés que dar valor a tu producto. Mirás las transmisiones de carnaval desde el Teatro de Verano, y ves que después de que baja un conjunto aparece un cronista que dice: “Esta parte estuvo buena, pero no me gustó tal parte, etc”. Marcelo Fernández hace su trabajo, y está perfecto, no lo estoy cuestionando, sino que lo que cuestiono es la cabeza con la que eso tiene lugar. Porque sin querer, estás generando que determinados conjuntos hagan menos tablados después. La transmisión tiene que ser para que te enamores del carnaval. Si después querés hacer otro programa para analizar los espectáculos y opinar, está bien. Vos tenés que hacer que el artista trabaje, y venda entradas. El jugador de fútbol gane o pierda va a cobrar igual, pero el artista si no actúa, no gana. El porcentaje de murguistas que arreglan un dinero por carnaval es muy bajo. La mayoría cobra por escenario realizado. Si el carnaval es tan masivo gracias a los medios de comunicación, hay que tener cuidado con eso”.

¿CÓMO VIVISTE LA EXPERIENCIA DE SER DEVOLVEDOR DE LOS ENSAYOS ABIERTOS DEL ENCUENTRO DE MURGA JOVEN?

“Cuando me tocó cumplir ese rol, pensé que iba a ver repeticiones de “Cayó la Cabra”. Al tercer día, volví para casa pensando: “Bo, Felipe, sos un banana. ¡Lo que te perdiste todos estos años!”. Cuando empezamos ha hacer las devoluciones, le decía al Toto (Zeleniec), que era el que trabajaba conmigo “¡Bo, esto es espectacular!”. Vi un montón de cosas nuevas que no sabía que existían. Con estilos absolutamente distintos, y gurises que se cantan todo. Muchachos que salen en carnaval con una postura y en Murga Joven los ves de forma distinta. La misma persona que sale en una murga, sale en otra, o en tres. Los integrantes de las propias murgas jóvenes son el público de la movida. Eso es riqueza, y arte. Hay gente que dice que es el semillero de carnaval. Si es el semillero, las semillas entonces están creciendo para otro lado que no es para el que tienen que crecer. Otra diferencia con el carnaval es la forma en la que se presenta a los espectáculos. En febrero ves que en el Teatro de Verano, sale Alvarito Recoba, que lo quiero muchísimo y siento mucho respeto por él, pero sale vestido de gris. Ponete un rojo o un amarillo, ¡no seas malo! Que te griten “pelotudo” tres veces, pero al cuarto día se van a acostumbrar. Salís para adelante y parece que fueras a dar las noticias fúnebres (risas). En la muestra de Murga Joven está Ivanna Amarillo de presentadora, y lo hace con mucha euforia. Es maravilloso. Todas las murgas que quieren participar, participan, y van a la muestra que se hace en Las Duranas. Murgas de mujeres, de hombres, de gurises con discapacidad, y capacidades diferentes. De ahí las veinte murgas más destacadas pasan a la siguiente instancia. Es decir, solamente la segunda etapa de Murga Joven tiene más murgas que el carnaval de febrero. De esas veinte, cinco son mencionadas como los mejores espectáculos, ni siquiera ganan. Eso lleva a que cada uno haga lo que sancocho quiera. Otro tema es el de los jurados. Este año entre otros, estuvo Nicolás Grandal, por ejemplo, que es tremendo murguista. Ojalá me tocara eso cuando subo al escenario a concursar en febrero. Hay personas que conozco que son monitores de Murga Joven, y esa experiencia les sirve para salirse de sus propios prejuicios en cuanto a la forma de hacer murga. A eso te lleva también, a aceptar la propuesta del otro”.

¿ESA EXPERIENCIA HIZO QUE TE REPLANTEARAS COSAS AL MOMENTO DE CREAR?

“Por un lado te cambia la cabeza. Por otro lado ves que cada uno es libre de escribir lo que escribe. Me sirvió hasta para darle más valor a lo que escribo. Me di cuenta de que hay cosas que no sé si me pondría a escribir. No estaría de acuerdo con escribir algo porque está de onda. Vi mucha libertad. Lo que me replanteé fue el hecho de ser complaciente con el público en carnaval. Le estaba errando en eso. Si a todos los gurises que forman parte de la movida de Murga Joven les sirvió el 10% de lo que me sirvió, entonces estuvo  buenísimo. El año que viene me parece que no tengo que ser yo el que lo haga. Me encantaría, y me salgo de la vaina por hacerlo, porque más allá de que fue un laburo, lo disfruté mucho. Pero lo que corresponde es decir que “no”, porque sería ir en contra de lo que estoy prodigando”.

¿CÓMO ATRAVESASTE EL PROCESO CREATIVO CON MOMOLANDIA?

Es la primera vez que en carnaval no cobro un dinero por tablado, y un porcentaje del premio obtenido. Se lo tenía que decir al grupo, porque si no me iba a sentir incómodo, y le fuera como le fuera a la murga en el concurso, iba a cobrar igual. Escribir para Momolandia fue una experiencia muy linda. Fui a muy pocos ensayos porque no me gusta joder, y sé que hay otra gente que está laburando. Pero siempre recibí un cariño impresionante. Hay un montón de tipos a los que admiro profundamente. Martín (Angiolini)  y Javier  (Carvalho) son amigos. Sergio Rivero, el negro Eduardo (Díaz), y Charly (Álvarez)  son tipos que uno admira. Uno conoce sus maravillosas capacidades, y su amor incondicional por el carnaval. Creo que trabajé con responsabilidad y cumplí. Este año lo que hice fue escribir, y dejar que los demás trabajen después, porque sentía que era lo que correspondía. En alguna oportunidad, durante la creación vi cosas que no las hubiese hecho así, pero ese ejercicio de salirse de uno mismo está bueno también, y ver qué sucede con lo que uno tira. Me permitieron crear y componer, y estoy recontra agradecido”.

¿EXTRAÑÁS A FALTA Y RESTO?

Estuvo buenísima esta experiencia con Momolandia. Pero me parece que si sale La Falta, escribiría ahí. Escribiendo para Momolandia, extrañaba un poco a la Falta. Sobre todo porque comprobé que un cuplé puesto en La Falta tiene una significancia, y puesto en otra murga tiene otra significancia. Extrañaba a mis compañeros en la creación, por una cuestión de concordancia de conocernos de años, y saber para dónde vamos a ir. Estoy acostumbrado a laburar con Leandro (Castro),  Dieguito (Bueno), y Lucas (Lessa)”.

¿CÓMO TE TOMÁS EL TRABAJO DE ESCRIBIR?

“Hay cosas que te das cuenta más rápido que están buenas, y van, Otras no. Me cuesta mucho escribir humor. Sí me sale escribir humor junto a la crítica en un salpicón, por ejemplo. Pero no sé hacerte reír a carcajadas. Cuando trato de hacer reír es cuando más corrijo. Cuando hay poesía, me suelto más, y confío más en lo que sale. Insisto mucho en la gramática y las acentuaciones, para que las cosas se entiendan al cantarlas. Componer una música ayuda para que el verso ya te quede bien dicho, y calce en la métrica, y si no tenés la ventaja de acomodar las cosas para que quede bien. El negro Eduardo (Díaz), me dijo “Las canciones que compusiste son nuestras. Nunca lo había vivido”. Es mágico que te digan eso. Al ser algo inédito no tenés que atarte a nada, entonces viene tu solo y lo llevás para el lado que querés”.

¿EN QUIÉN TE ENCONTRÁS AL MOMENTO DE COMPONER UNA CANCIÓN?

“Me encuentro en el Choncho (Lazaroff). También en Rubén Blades y en Los Redondos (Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota). Calculo que me encuentro en “The Beatles” por decantación, porque todos los que nombré están recontra cargados con su música. Sobre todo los músicos populares uruguayos, como Jaime Roos, que es una influencia musical importante. Si me pusiera a tocar una canción ahora, la cabeza me iría para esos lugares, porque además es la música que más escucho”.

SI FALTA Y RESTO FUERA UNA FOTO, ¿QUÉ HABRÍA EN ELLA?


“Estaría mi familia indudablemente. Toda. Con ella estarían varios murguistas. Después habría una foto de The Beatles, una foto de (Carlos) Gardel, un cuadro de (José Gervasio) Artigas, un cuadro de (Liber) Seregni, y (Elena) la Tota Quinteros”.

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