FELIPE CASTRO
Con su poética y crítica pluma, y la amabilidad que lo
caracteriza, Felipe Castro, fue el protagonista en un momento sumamente
disfrutable. Una hora de charla que recopiló sus inquietudes con respecto al carnaval
y toda su parafernalia. Hoy transita febrero, y lo encuentra participando desde
abajo de los escenarios; concretamente por haber sido parte de la construcción de
un espectáculo como el de la murga “Momolandia”. Pese a los argumentos en los que
se apoya para no formar parte de la fiesta de momo, se reconoce como un
carnavalero apasionado, que lleva en su interior a la necesidad de participar
directa o indirectamente de uno de los máximos exponentes culturales del país
año tras año. Quizás eso tenga lugar porque lleva a dos colores como el rojo y
el negro en su corazón, y resulta imposible dejar de lado un lugar que ha forjado parte de su identidad como
artista. Solo el tiempo dirá si vuelve a las tablas aquel gurí que creció con
la cara pintada desde la cuna.
¿CÓMO VIVÍS LOS AÑOS EN LOS QUE NO SALÍS EN CARNAVAL?
“La primera vez que dejé de salir fue en el año 2004.
Ahí extrañé un poco, pero cada vez
extraño menos. Disfruto mucho del verano, e irme para afuera. Las veces que he
extrañado, al año siguiente volví a salir. Lo que más extraño es compartir con
un grupo, y la bañadera. Siempre he participado del carnaval haciendo músicas,
y escribiendo. Nunca me alejé del todo, porque soy carnavalero, y es así. Este
año no he ido a ver carnaval tampoco por cuestiones que van en contra de la
fiesta. Cuando voy. extraño un poco más. Extraño los tablados también, aunque
sé que si salgo en carnaval también los voy a extrañar, porque no hay. Los
lunes, martes y miércoles, hacés tablados que están a tres cuadras de la playa,
salvo el Prado. Esa gente puede ir a cualquier espectáculo en cualquier
momento. Me enamoré de una fiesta que no es esta. Tengo tres hijas, y nunca
tuve un verano con mi papá. Entonces como he salido más de quince años en
carnaval, siento que mis hijas merecen que esté con ellas”.
¿EN QUÉ MEDIDA EL CARNAVAL SE HA ENRIQUECIDO, Y QUÉ COSAS HA
PERDIDO?
“Se ha enriquecido en el profesionalismo. Voy a hablar de
las murgas, que es de lo único que sé. Me parece perfecto que los murguistas
reciban dinero por su trabajo. No me parece tan bien cuando es a costa de una
entrada que sale $200. La entrada debería costar como mucho $60. Si después en
el Teatro de Verano querés cobrar $10000, está todo bien. Carnaval son los
tablados, y no pagaría ese dinero para ver espectáculos. Al único tablado al
que llevaría a mis hijas, que me queda cerca, y está precioso es el Molino de
Galgo. Acá se hace una tergiversación de la palabra “profesionalización”, como
algo que favorece al carnaval, y no necesariamente es así. Por ejemplo, la
puesta en escena abarrota tanto a los espectáculos, que parece que los
murguistas se olvidaron de bailar murga. Una cosa es el teatro, y otra cosa es
la murga. Además quien rige todo eso es el concurso, y marca la estética de la
obra que vas a ver. De por sí es ridículo el hecho de ponerle un puntaje a algo
que nace desde el sentimiento. Eso sumado a que las personas que lo hacen, no
sé quiénes son. ¿Alguien se ha puesto a pensar que la persona que te juzga,
condiciona tu trabajo para el año siguiente?. ¿Está capacitada esa persona para
hacerlo?. ¿Le sirve al carnaval que esa
persona haga ese trabajo?. Se está llevando el carnaval hacia la costa,
alejándolo de las clases populares, y son muy pocos los escenarios en los
barrios. Si la gente tiene que ver carnaval por televisión, estamos fritos, y
encima no todos pueden verlo por ese medio. Capaz que todo pasa por algo, pero
vamos a conversarlo. Fui a la intendencia y le presenté un proyecto a la señora
Graciela Michelini, que implicaba cincuenta tablados para cincuenta conjuntos.
Me dijo: “Esto no me sirve”, y también es válido, pero no creo que se esté
jugando a favor del arte. ¿Las pruebas de admisión están a favor del arte?. Si
están a favor del arte, entonces entiendo por “arte” algo que no tiene nada que
ver. En otros tiempos se consideraba al concurso, pero La BCG sabía que no iba
a ganar, e igual hacía lo que quería. Veías a Falta y Resto, Los Saltimbanquis,
Patos Cabreros, o Araca la Cana, y no
tenían un punto en común, haciendo cosas totalmente diferentes. Hoy por hoy,
hay una cantidad de fórmulas que se han ido dando, marcadas por el concurso. Te
va metiendo en el embudo del “Hay que hacer esto, y esto otro”. ¿Quién dice lo
que hay que hacer?. Estaría bueno conversarlo entre todos los carnavaleros, y
ver si estamos a favor del arte o en contra. El artista en carnaval va al
público, y no al revés. El carnaval invierte la relación, y eso es lo que tiene
de maravilloso. Vas al tablado, y te enterás de qué artista viene cuando lo ves
en el pizarrón. Esa fue la fiesta de la que me enamoré. Por la trascendencia
que ha tomado el carnaval, el Ministerio de Cultura debería colaborar con él.
Otra cosa que está mal es el hecho de que las murgas montevideanas hacen un
circuito de tablados en San Carlos, pero las de allá no vienen a Montevideo. Se
está dando por sentado de que lo que tiene que ver la gente es lo de Montevideo.
Encima si querés hacer tablados en Montevideo, tenés que anotarte, y dar la prueba
para el Concurso Oficial”.
EL CARNAVAL Y LA TELEVISIÓN
“La estética de lo que se quiere mostrar, y cómo se quiere
mostrar, no puede ser decidida por los canales de televisión. Tiene que ser el
propio carnaval el que lo decida. Esas cuestiones son decididas por un tipo que
es el mismo que decide qué música y qué escenografía va en un programa
deportivo como “Sin Límite”, por ejemplo. No tengo nada contra los que se
encargan de eso, además los conozco y sé que son unos crá. Pero una cosa es una
cosa, y otra cosa es otra cosa. Le tenés que dar valor a tu producto. Mirás las
transmisiones de carnaval desde el Teatro de Verano, y ves que después de que
baja un conjunto aparece un cronista que dice: “Esta parte estuvo buena, pero
no me gustó tal parte, etc”. Marcelo Fernández hace su trabajo, y está perfecto,
no lo estoy cuestionando, sino que lo que cuestiono es la cabeza con la que eso
tiene lugar. Porque sin querer, estás generando que determinados conjuntos
hagan menos tablados después. La transmisión tiene que ser para que te enamores
del carnaval. Si después querés hacer otro programa para analizar los
espectáculos y opinar, está bien. Vos tenés que hacer que el artista trabaje, y
venda entradas. El jugador de fútbol gane o pierda va a cobrar igual, pero el
artista si no actúa, no gana. El porcentaje de murguistas que arreglan un
dinero por carnaval es muy bajo. La mayoría cobra por escenario realizado. Si
el carnaval es tan masivo gracias a los medios de comunicación, hay que tener
cuidado con eso”.
¿CÓMO VIVISTE LA EXPERIENCIA DE SER DEVOLVEDOR DE LOS
ENSAYOS ABIERTOS DEL ENCUENTRO DE MURGA JOVEN?
“Cuando me tocó cumplir ese rol, pensé que iba a ver
repeticiones de “Cayó la Cabra”. Al tercer día, volví para casa pensando: “Bo,
Felipe, sos un banana. ¡Lo que te perdiste todos estos años!”. Cuando empezamos ha hacer las devoluciones, le decía al Toto (Zeleniec), que era el que
trabajaba conmigo “¡Bo, esto es espectacular!”. Vi un montón de cosas nuevas
que no sabía que existían. Con estilos absolutamente distintos, y gurises que
se cantan todo. Muchachos que salen en carnaval con una postura y en Murga
Joven los ves de forma distinta. La misma persona que sale en una murga, sale en
otra, o en tres. Los integrantes de las propias murgas jóvenes son el público
de la movida. Eso es riqueza, y arte. Hay gente que dice que es el semillero de
carnaval. Si es el semillero, las semillas entonces están creciendo para otro
lado que no es para el que tienen que crecer. Otra diferencia con el carnaval
es la forma en la que se presenta a los espectáculos. En febrero ves que en el
Teatro de Verano, sale Alvarito Recoba, que lo quiero muchísimo y siento mucho
respeto por él, pero sale vestido de gris. Ponete un rojo o un amarillo, ¡no
seas malo! Que te griten “pelotudo” tres veces, pero al cuarto día se van a
acostumbrar. Salís para adelante y parece que fueras a dar las noticias fúnebres
(risas). En la muestra de Murga Joven está Ivanna Amarillo de presentadora, y
lo hace con mucha euforia. Es maravilloso. Todas las murgas que quieren
participar, participan, y van a la muestra que se hace en Las Duranas. Murgas
de mujeres, de hombres, de gurises con discapacidad, y capacidades diferentes.
De ahí las veinte murgas más destacadas pasan a la siguiente instancia. Es
decir, solamente la segunda etapa de Murga Joven tiene más murgas que el
carnaval de febrero. De esas veinte, cinco son mencionadas como los mejores
espectáculos, ni siquiera ganan. Eso lleva a que cada uno haga lo que sancocho
quiera. Otro tema es el de los jurados. Este año entre otros, estuvo Nicolás
Grandal, por ejemplo, que es tremendo murguista. Ojalá me tocara eso cuando
subo al escenario a concursar en febrero. Hay personas que conozco que son
monitores de Murga Joven, y esa experiencia les sirve para salirse de sus
propios prejuicios en cuanto a la forma de hacer murga. A eso te lleva también,
a aceptar la propuesta del otro”.
¿ESA EXPERIENCIA HIZO QUE TE REPLANTEARAS COSAS AL MOMENTO
DE CREAR?
“Por un lado te cambia la cabeza. Por otro lado ves que cada
uno es libre de escribir lo que escribe. Me sirvió hasta para darle más valor a
lo que escribo. Me di cuenta de que hay cosas que no sé si me pondría a escribir.
No estaría de acuerdo con escribir algo porque está de onda. Vi mucha libertad.
Lo que me replanteé fue el hecho de ser complaciente con el público en
carnaval. Le estaba errando en eso. Si a todos los gurises que forman parte de
la movida de Murga Joven les sirvió el 10% de lo que me sirvió, entonces
estuvo buenísimo. El año que viene me
parece que no tengo que ser yo el que lo haga. Me encantaría, y me salgo de la
vaina por hacerlo, porque más allá de que fue un laburo, lo disfruté mucho. Pero
lo que corresponde es decir que “no”, porque sería ir en contra de lo que estoy
prodigando”.
¿CÓMO ATRAVESASTE EL PROCESO CREATIVO CON MOMOLANDIA?
Es la primera vez que en carnaval no cobro un dinero por
tablado, y un porcentaje del premio obtenido. Se lo tenía que decir al grupo,
porque si no me iba a sentir incómodo, y le fuera como le fuera a la murga en
el concurso, iba a cobrar igual. Escribir para Momolandia fue una experiencia
muy linda. Fui a muy pocos ensayos porque no me gusta joder, y sé que hay otra
gente que está laburando. Pero siempre recibí un cariño impresionante. Hay un
montón de tipos a los que admiro profundamente. Martín (Angiolini) y Javier (Carvalho) son amigos. Sergio Rivero, el negro
Eduardo (Díaz), y Charly (Álvarez) son tipos
que uno admira. Uno conoce sus maravillosas capacidades, y su amor
incondicional por el carnaval. Creo que trabajé con responsabilidad y cumplí. Este año lo que hice fue escribir, y dejar que
los demás trabajen después, porque sentía que era lo que correspondía. En
alguna oportunidad, durante la creación vi cosas que no las hubiese hecho así,
pero ese ejercicio de salirse de uno mismo está bueno también, y ver qué sucede
con lo que uno tira. Me permitieron crear y componer, y estoy recontra
agradecido”.
¿EXTRAÑÁS A FALTA Y RESTO?
Estuvo buenísima esta experiencia con Momolandia. Pero me
parece que si sale La Falta, escribiría ahí. Escribiendo para Momolandia,
extrañaba un poco a la Falta. Sobre todo porque comprobé que un cuplé puesto en
La Falta tiene una significancia, y puesto en otra murga tiene otra
significancia. Extrañaba a mis compañeros en la creación, por una cuestión de
concordancia de conocernos de años, y saber para dónde vamos a ir. Estoy
acostumbrado a laburar con Leandro (Castro), Dieguito (Bueno), y Lucas (Lessa)”.
¿CÓMO TE TOMÁS EL TRABAJO DE ESCRIBIR?
“Hay cosas que te das cuenta más rápido que están buenas, y
van, Otras no. Me cuesta mucho escribir humor. Sí me sale escribir humor junto
a la crítica en un salpicón, por ejemplo. Pero no sé hacerte reír a carcajadas.
Cuando trato de hacer reír es cuando más corrijo. Cuando hay poesía, me suelto
más, y confío más en lo que sale. Insisto mucho en la gramática y las
acentuaciones, para que las cosas se entiendan al cantarlas. Componer una música
ayuda para que el verso ya te quede bien dicho, y calce en la métrica, y si no
tenés la ventaja de acomodar las cosas para que quede bien. El negro Eduardo (Díaz),
me dijo “Las canciones que compusiste son nuestras. Nunca lo había vivido”. Es
mágico que te digan eso. Al ser algo inédito no tenés que atarte a nada,
entonces viene tu solo y lo llevás para el lado que querés”.
¿EN QUIÉN TE ENCONTRÁS AL MOMENTO DE COMPONER UNA CANCIÓN?
“Me encuentro en el Choncho (Lazaroff). También en Rubén
Blades y en Los Redondos (Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota). Calculo que
me encuentro en “The Beatles” por decantación, porque todos los que nombré
están recontra cargados con su música. Sobre todo los músicos populares
uruguayos, como Jaime Roos, que es una influencia musical importante. Si me
pusiera a tocar una canción ahora, la cabeza me iría para esos lugares, porque
además es la música que más escucho”.
SI FALTA Y RESTO FUERA UNA FOTO, ¿QUÉ HABRÍA EN ELLA?
“Estaría mi familia indudablemente. Toda. Con ella estarían
varios murguistas. Después habría una foto de The Beatles, una foto de (Carlos)
Gardel, un cuadro de (José Gervasio) Artigas, un cuadro de (Liber) Seregni, y (Elena) la Tota Quinteros”.
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