martes, 26 de febrero de 2019

ENTRE BAMBALINAS


CAYÓ LA CABRA



Teniendo como contexto al trajín que siempre supone salir en Carnaval y al disfrute que lo acompaña, tocó visitar una vez más la casa de Lucas Pintos, director escénico de murga Cayó la Cabra. Dialogamos sobre el presente de una murga que año a año pone en juego la creatividad encima del escenario, y nos regala propuestas artísticas que dan que hablar. En este Carnaval, nos da la oportunidad de conocer al Club de los Malos Modales, y nos pasea por historias que tienen como común denominador a lo mal visto y lo prohibido.  A partir de allí se disparan un montón de situaciones con el humor como sello, pero también hay espacio para la crítica, la ironía y la poesía; encontrándose esta última sobre todo en la canción final y en la retirada. Con la misma gentileza de siempre, Lucas se prestó para charlar sobre distintos temas.

¿CÓMO FUE LA EXPERIENCIA DE CONTINUAR PRESENTANDO LAS AVENTURAS DEL ESCUADRÓN REBELDE DURANTE TODO EL AÑO PASADO?

“Nos enfrentamos a la situación de que había laburo, y a su vez un acompañamiento por parte de la gente, porque si no, no podés hacerlo. Si tirás una fecha y no te acompañan, no seguís armando cosas. La murga visitó lugares del interior del país que no conocía y al menos a mí me resultó una linda sensación el hecho de poder actuar todos los fines de semana. Fuimos a Argentina, ya en pleno carnaval el año pasado habíamos ido a Brasil; y para cerrar lo que fue el espectáculo “Las Aventuras del Escuadrón Rebelde” nos pusimos como meta esas 2 actuaciones en La Trastienda de Montevideo. Este año se tienen el mismo deseo y las mismas ganas de poder seguir trabajando luego de Carnaval”.

¿CÓMO AFRONTARON EL PROCESO CREATIVO PARA ESTE NUEVO ESPECTÁCULO?

“El proceso creativo de este espectáculo fue distinto al de otros porque cambiaron los actores que lo componen. En su momento en la cocina de los espectáculos estaba Camilo (Fernández), luego (Martín Mazella), entonces había que encontrar esa figura del redactor. Hubo que reunirse con esa persona y trasladarle distintas inquietudes y los códigos que maneja la murga al momento de decir las cosas. Por más que Maxi (Xicart) y el Pollo (Martín Perrone), conocían a la murga, no sabían cómo se trabajaba desde adentro. Mathías (Iguini) y Nacho (Salgado) sí, porque ya habían formado parte del grupo creativo otros años. Hubo que acomodarse. Yo tenía ganas de que se hablara de un grupo de personas, pero que el protagonista fuera el lugar. El año pasado eran “Las Aventuras del Escuadrón Rebelde” y estaba toda esa cosa de la movilidad y de rebelarse contra tal cosa o tal otra. Este año quería dejar a la historia quieta en un lugar. Al tiempo escuché una canción que es la que canta Andrés (Oroño) enseguida después de que termina la presentación, y me di cuenta que era para él porque el cantante original de esa canción tiene casi el mismo timbre de voz. Entonces me pasó de pronto de no tener nada, a ya tener eso. Sobrevolaban ideas como “Un lugar para portarse mal”, “un lugar donde no hay reglas”, pero todavía no estaba la idea del Club de los Malos Modales. Incluso en un momento hablábamos de este lugar como “La Casa de Shishí”, sabiendo que el espectáculo no se iba a llamar de esa forma. Sentíamos que esa idea iba a servir como disparador de más cosas. Hasta que apareció lo del Club de los Malos Modales, y ahí enseguida me junté con Pablito (Porciúncula), y lo primero que apareció fue la presenta, que hace referencia a lo que dice la gente de los que se juntan en ese club. Queríamos reflejar ese qué dirán que siempre sucede".

EL CONTENIDO

“Después empezamos a ver de qué cosas podíamos hablar. El sexo nos resultó un tema interesante, sobre todo por el hecho de hacer referencia a todo lo sensual, luego referirnos a que está en todos lados y por último reflexionar usando un tema de Moral Distraída, una banda chilena que es muy amiga de la murga. Luego en el cuplé sobre la derecha nos guastaba eso de poder ponernos en otra piel, y a la vez tener una postura. Por otro lado, el cuplé de la mudanza es de esos bloques que siempre nos encantan hacer en nuestros espectáculos, para que el espectador se sienta identificado. Ahí cada uno trajo una historia de su casa como “Bo, en mi casa la heladera siempre está vacía”, y ahí veíamos qué chiste le podíamos encontrar a cada situación. Así surgió lo de guardar la ropa ahí y usarla fría en verano. También se escribió un salpicón que finalmente no quedó en el espectáculo por un tema de tiempo.  La despedida fue escrita por Álvaro García y es una belleza poder cantar una vez más algo escrito por él. Además le ofrecimos escribir la canción final y al principio decía que no. Luego le mandé un audio de la canción con una letra cualquiera, y al otro día ya estaba escrita. Después cuando Pablito la cantó en el ensayo la disfrutamos mucho porque la letra atravesaba el presente de muchos compañeros. Justo habla de soltar las cosas y ser libre. Así que sentimos finalmente la satisfacción de logar algo bueno con todo el laburo que eso conlleva. De una hoja en blanco terminó saliendo esta criatura con la que hoy suceden lindas cosas en los tablados. Y eso se agradece”.

¿HAY ALGUNA PARTE DEL ESPECTÁCULO QUE HAYA DESPERTADO MÁS REACCIONES POSITIVAS QUE LAS QUE CREÍAN?

“Este año la murga necesitó la confirmación del afuera. Más que el año pasado. Para eso fueron vitales algunos festivales previos a Carnaval, o algunos ensayos puntuales. Una vez que salimos a la calle con el espectáculo hubo un montón de hallazgos. Ahí es cuando el murguista se siente más aliviado, porque siempre está ese miedo a no lograr el ida y vuelta. En ese recorrido, por ejemplo, descubrimos que el cuplé de la derecha es algo que nos gusta cantar porque tiene una preciosa respuesta, y de repente en los ensayos era a veces lo que dejábamos de lado, o no lo laburábamos tanto”.

“LO RÁPIDO QUE SE PASA”

“Una cosa que siempre hablamos con los gurises es de lo rápido que se pasa el espectáculo. Llega el momento de la canción final que es cuando tenés un minuto para aflojar y te das cuenta de que ya no queda nada. Eso habla de que el espectáculo es muy dinámico, pero que es lindo de hacer y entretenido. Está bueno que eso suceda”.

¿CUÁNTO PESA CREAR UN NUEVO ESPECTÁCULO LUEGO DE UN AÑO MUY BUENO PARA LA MURGA A NIVEL DE CONCURSO?

“En la primera parte de la creación del espectáculo no pesa. Ahí juega mucho más la necesidad de generar algo nuevo. No creo algo pensando en que tiene que ser más zarpado que lo que se hizo el año anterior. Empezás a crear planteándote hacer algo distinto. A veces siento que no tengo más ideas, y después me doy cuenta de que no es así. Y eso es lo lindo del vértigo de armar un espectáculo en 3 meses. Ya cuando lo vas armando ahí empieza a pesar la mochila de saber que el año anterior hiciste un espectáculo de excelencia, y sentís esa presión porque sabés que la gente está esperando algo aún mejor”.

¿QUÉ SENSACIONES TE GENERA QUE CADA VEZ MÁS GENTE DEMUESTRE SU CARIÑO POR LA MURGA?

“Está salado. Siempre digo que es lo que más hay que cuidar. No tiene una explicación, o al menos nosotros no la encontramos. Es algo sagrado y toda una ganancia. Estoy en la murga desde la etapa en la que solo nos iban a ver nuestra familia y nuestros amigos. Y hoy nos pasa que en cada tablado nos esperan un montón de adultos y niños. Para mí eso es lo más valioso que tiene la murga, el haber logrado ser querida y respetada. Ahí es cuando decís “¿Qué más querés?”. Capaz que en la rosca no te das cuenta a veces, pero después cuando lo reflexionás y lo visualizás es divino. En algún punto es lo que siempre quisiste: que guste lo que hacés. Aparte hoy la gente gusta tuyo y mañana gusta de otro. Entonces hay que disfrutarlo. Esto está atado a la primera pregunta que me hiciste. La gente es la que posibilita que vos sigas creando y soñando. Porque si deja de quererte o seguirte, lo tuyo se va apagando. En definitiva lo que hacemos es para la gente”.

LA MURGA YA TIENE 12 AÑOS, ¿TE VES 12 AÑOS MÁS EN CAYÓ LA CABRA? ¿CUÁLES SON LOS PROYECTOS A FUTURO?

“Últimamente estamos pensando más en lo cercano. Viendo en qué anda el colectivo. Yo no sé si estaría 12 años más haciendo murga, porque me dan ganas de hacer otras cosas. Pero hoy por hoy estamos metidos en lo que estamos viviendo. Tenemos unos objetivos cercanos, pero el próximo febrero aún lo vemos lejano. Aunque cuando queramos acordar ya está ahí. Hoy tenemos la cabeza en Carnaval, aunque estamos analizando una posible gira por Europa a mitad de año. El tiempo te da la posibilidad de elegir bien los pasos. Estamos viendo bien cómo usar nuestras energías, porque hay veces que querés hacerlo todo, pero no es lo mejor. Además todo es producido por nosotros, y eso es cansador.  Por eso celebro cada vez más el armado de un espectáculo, porque no solo estás mostrando otro espectáculo, sino que es un año más de convivencia, aprendizaje y momentos compartidos por el grupo. Fijate que aún sigue en la murga gente que ha sido fundadora en 2007 como Martincito (Alaníz), Vicky (Gervasio) y Christian (Tróccoli). Ya al año siguiente nos sumamos Emi (Belmudes), Nacho (Urruty), Gastón (Tróccoli) y yo. Después hay integrantes como Maira (Sepúlveda) que está desde 2012 y Maxi (Tuala) que está desde 2013. Pero cada integrante que se suma parece que estuviera desde el principio, y tiene el mismo peso, la misma voz y el mismo voto que el que está desde el inicio”.

¿CUÁNTO TE HA TRANSFORMADO CAYÓ LA CABRA TANTO EN LO ARTÍSTICO COMO EN LO HUMANO?

“La murga me fue tallando y moldeando. Es un lugar en donde puedo sacar mi creatividad. Además ocupo un rol importante dentro del grupo y eso ha hecho que me descubra todo el tiempo. Le erré pila de veces, y acerté mucho también. Me sirvió para darme cuenta de que en otros lugares no tengo que ser líder. Laburás el ego también. Porque estás en un escenario y 7.000 personas te aplauden, pero al rato se apagan las luces y estás solo en tu casa. Todo es aprendizaje. La gente me reconoce gracias a la murga. El crecimiento de la murga se ha dado porque hay un grupo de personas que estamos pensando continuamente en ella. No podría haberse dado si no le hubiésemos dedicado mucho tiempo. Tenés la chance de compartir con otros músicos y establecer un vínculo con ellos. Y vivir experiencias preciosas. Por ejemplo, la primera vez que me subí a un avión fue con la murga. Todos los días la murga te deja algo de enseñanza. Principalmente por formar parte de un grupo tan numeroso y que todos tengamos un proyecto en común. Son 12 años que parecen pocos, pero son un montón. Entré con 20. Es una gran escuela”.