sábado, 17 de agosto de 2019

ESPECIAL NOSTÀLGICO


AGARRATE CATALINA 2005





Hay espectáculos que perduran en la memoria colectiva carnavalera. Principalmente aquellos que resuenan en el público porque regalan momentos en donde se liberan carcajadas, o en los que la emoción desborda tanto que es normal que caiga una lágrima. A veces los instantes reflexivos de esos shows son tan intensos que la gente regresa a su casa después del tablado con muchísimas preguntas vagando en su cabeza. Allá por 2005, un grupo de jóvenes murguistas que no estaban en los planes de nadie a nivel de concurso, movieron las estructuras de la categoría con su arte. Ellos y ellas jamás imaginaron la gran repercusión que ese trabajo de tantos meses iba a generar, al punto tal que se trata de un carnaval inolvidable para cada una de sus retinas. Si bien había ingresado al Carnaval en 2003 sin pasar inadvertida, y habiendo entrado a la liguilla tanto en su debut en nuestras carnestolendas como en 2004, la explosión y la masividad de Agarrate Catalina llegaron en  2005 con el espectáculo Los Sueños, que acompañado por un contexto sociopolítico favorable para con lo que la murga expresaba arriba del escenario, se potenció a niveles insospechados.
Yamandú Cardozo cedió muy amablemente más de una hora de su tiempo para repasar los detalles de una criatura de 45 minutos que se fue gestando casi que como un juego, y terminó cambiando el rumbo de una cooperativa artística que hasta el día de hoy, 15 años después, continúa dando pasos firmes en la fiesta de momo.

¿CÓMO FUE EL PROCESO DE GESTACIÓN DEL ESPECTÁCULO?

“Fue un proceso parecido al de los años anteriores. En esos años estábamos dando nuestros primeros pasos en cuanto al armado de los espectáculos, y de a pocos fuimos generando una especie de modalidad para escribirlos que fue forjada a los ponchazos. Las primeras cosas que mostrábamos al público eran también las primeras cosas que yo escribía, por ejemplo. Pienso que me hubiera cuidado un poco más de haber tenido conciencia de eso (risas). El disfrute y la diversión fueron una característica muy importante en el proceso de ese espectáculo, y el humor fue un claro disparador primigenio. Tabaré y yo nos solemos inspirar con las cosas que nos hacen reír. Supongo que arrancamos a crear ese espectáculo desde el juego, y además contábamos con mucho tiempo y energía. Los dos carnavales anteriores de La Catalina habían sido preciosos, ya que tuvimos la oportunidad de entrar a la liguilla en ambos casos. La murga había levantado un revuelo pero aún no teníamos al calendario marcado con muchas cosas para hacer, y eso nos ofrecía mucho tiempo. Además ya sentíamos un alivio a nivel monetario, porque si bien en el Carnaval 2004 no habíamos hecho una enorme cantidad de tablados,  económicamente nos fue bien, y vimos que se podían empezar a abrir puertas para crecer en ese sentido. De vez en cuando teníamos alguna función por el interior del país y el arte empezó a florecer como una posibilidad económica magra, pero honesta y esperanzadora. La murga estaba polenteada por ese viento detrás de la vela. El hilo conductor era laxo y permisivo, pero viéndolo con la perspectiva que te da el tiempo, medio que alguna cosita la pegamos con baba (risas). Estábamos descubriéndonos, activando los sensores y aprendiendo en el camino. Durante el proceso de ese año nos dimos cuenta del poder que tienen los bloques, que a veces te mandan. El espectáculo de Los Sueños tuvo la flexibilidad onírica de hacer convivir lógicas que solamente funcionan en un sueño. Por eso de repente aparecía el Pepe (José) Mujica, y los jóvenes blancos y luego el cuplé del sueño americano, y era algo que en nuestra cabeza más o menos funcionaba. Curiosamente todo el proceso de cara a ese espectáculo se vivió como un sueño. Confeccionamos los trajes junto a Ovidio Fernández y gracias a talleres que nos brindó Hugo Millán, empezaban a aparecer personas visitando los ensayos más allá de nuestra familia, amigos y allegados. Antonio Pérez nos regalaba telas y nos hacía una especie de gestoría artística con su ojo, y el hasta el Manzana Montemurro, nuestro camionero nos apadrinó durante esa etapa. Así que todos estábamos viviendo un sueño. La situación política del país en ese entonces también era como un sueño, sobre todo por lo que se avizoraba que iba a suceder con la llegada de la izquierda. Era un panorama soñado, valga la redundancia, para nosotros y nosotras al momento de hace murga. Teníamos la atención de pila de gente y ninguna presión”.

¿RECORDÁS CÓMO FUERON APARECIENDO LOS DISTINTOS BLOQUES?,  ¿DESCARTARON MUCHAS IDEAS?

“Seguro hubo cosas que no entraron como todos los años. Los bloques aparecieron con mucha fuerza. Lo primero que se hizo fue la presentación. Nos encargamos de la musicalidad con Martín Duarte. Empezamos a hacer una lista con Tabaré de distintos bloques posibles. Hasta ahí éramos dos porque no estaba aún Carlitos Tanco. Después de la presenta arrancamos a escribir la canción introductoria. Yo tenía muchas ganas de usar la canción La Enemistad de La Tabaré. Era una canción que te metía en el espectáculo pero era bastante amplia, así que después podía venir cualquier cosa. El Cuplé del Pepe Mujica en mi cabeza nació escuchando el tema Al Pepe Sosía de Pinocho (Pablo) Routin. Yo iba a ver los actos del Pepe por ser un joven con ganas de que se diera el cambo del que te hablaba antes, y recuerdo ver a Sociedad Anónima haciendo cagarse de risa a la gente, y luego recuerdo al Pepe haciendo cagar de risa a todos de la misma forma, era algo increíble (risas). Me acuerdo que nos parecía graciosa la explosión mediática que estaba teniendo el MPP en ese momento, y queríamos hablar de eso en el espectáculo teniendo a la figura del pepe como protagonista. Le dije a Tabaré que quería que hiciéramos un cuplé sobre el Pepe Mujica, pero que todos los integrantes de la murga fuéramos el Pepe, como una suerte de Mujica manía.  A lo que Tabaré respondió que un solo integrante debía hacer del Pepe. Él definió que fuera Martín (Cardozo) el que lo interpretara porque solía hacer muchas imitaciones de distintas personas en la interna de la murga para divertir al grupo. De hecho hoy por hoy lo sigue haciendo. Martín apenas tenía 20 y pocos años, y me acuerdo que se grabó pila de cassettes del programa en el que participaba el Pepe Mujica en M24, lo estudió como un agente ruso de la guerra fría y lo sacó. Además hicimos un cuplé cantado por un personaje que hasta ese momento lo habíamos hecho muy poco. Valoro mucho como Martín suponía que cantaría el Pepe. Lo hizo increíblemente. Le sacó muchos piques de movimientos corporales, al punto de que la gente se reía cuando el personaje movía la cabeza exageradamente, nomás. De hecho hubo imitaciones del Pepe posteriores que estuvieron basadas en la interpretación de Martín. Es más, hay gente que cree que el Pepe dijo cosas que en realidad las inventó Martín. El bloque del Pepe nos permitía reírnos de ciertas solemnidades de la izquierda, y decir entre otras cosas que el tabaco Cerrito estaba más caro que el Lucky Strike.  Éramos amables con la caricatura por más que decíamos que parecía un linyera. Cuando Carlitos Tanco se sumó le agregó pila de cosas a ese cuplé. Lo de los jóvenes blancos fe algo surgió porque fue una foto real de cosas que estaban pasando. Tuvimos la oportunidad de usar un jingle que pegó mucho como el de Larrañaga. Esa fue la primera vez que escribimos un espectáculo de La Catalina de manera entera con Tabaré”.

¿QUÉ APORTÓ PRINCIPALMENTE EL TRABAJO DE CARLOS TANCO?

“Carlitos aportó una mirada externa agudísima. Es un tipo que le trajo cierta caricatura cotidiana al espectáculo y viñetitas traídas de otros lados con su impronta a la murga. Trajo una musicalidad exquisita, una mirada corrosiva y un humor cáustico que nos colocaba con Tabaré en un lado menos solemne. Todo eso era muy productivo para el espectáculo. Es dueño de una solidaridad y un compromiso tremendos, porque era el 18 de enero y el tipo seguía trayendo cosas que estaban mortales y había que hacer malabares para meterlas porque realmente valían la pena. Sometía todo a nuestra tijera despiadada y loca, y hacía que elimináramos el ego de lo que escribíamos. No importaba si lo que quedaba lo había escrito otro, o lo había escrito yo. Aportó también el hecho de que una tercera cabeza estuviera centrada en el espectáculo de la murga. Con Tabaré ese año escribimos para Zíngaros, pero eso nos dio la posibilidad de no tener que escribir para ningún otro conjunto más aparte de La Catalina. Con Tabaré y Carlos nos complementamos muy bien durante el trabajo. Recuerdo que yo escribí la parte del jingle de Larrañaga en los jóvenes blancos, y Carlitos trajo la parte de Masoller, y luego armó lo de Julita Pou. Tabaré mientras estaba escribiendo la retirada y cosas del cuplé del sueño americano. Algo que recordándolo ahora también fue metido medio de los pelos y con la excusa que teníamos en ese momento de “En los sueños todo vale” (risas). A todo esto, Carlitos trajo la primera versión de la canción final, para la que contábamos con cierta ventaja generacional y por eso agradecíamos a las viejas generaciones antes de cantarla, sobre todo por haber continuado con el intento de revolucionar las cosas por la necesidad urgente de la justicia. Y así fue como después describimos ese país que se venía repleto de esperanza. Carlitos trajo una letra preciosa para la canción final que luego yo reformulé con otra música, como lo fue Aquarela del cantautor brasileño Toquinho, que tiene una melodía bastante esperanzadora. Pero al primer escalón para esa canción final lo pisó Carlitos, y destaco esto porque la gente asocia más a su imagen con el humor. Fue maravilloso que el taburete creativo de La Catalina tuviera 3 patas”.

EL CUPLÉ DEL PEPE MUJICA

“La primera vez que Martín se puso la máscara del Pepe en Carnaval fue en el tablado del Defensor Sporting. Nosotros nos matábamos de risa en el escenario y la gente se doblaba a pura carcajada. Cuando ves que hay gente que se agarra la panza y la cara riéndose, decís:  “Acá algo pasa”. Pensar que Martín para hacer el personaje usaba un jean mío que sacrifiqué, y una chomba y una campera de cuero de nuestro viejo.  La gente agarraba a Martín enseguida al bajar del tablado. Primero todos preguntaban quién era el que hacía del Pepe hasta que daban con él. Nadie podía creer que ese muchacho flaquito y joven interpretaba al Pepe Mujica. Tuvimos que hacer el cuplé del Pepe en todos los tablados. De hecho Martín se lastimó el brazo en pleno carnaval y estuvo 2 días sin hacer tablados. Esos días en los que no hicimos ese cuplé, la gente casi nos mata. Y para ejemplificar la dimensión de lo que estaba pasando con la murga, pasó que vino una persona a preguntarnos quién era el que había apuñalado a Martín. Nos aseguró que lo habían mandado a cortar y que él estaba a las órdenes para lo que precisáramos. Le dijimos que no haga nada. Él insistía con que estábamos definiendo e íbamos a ganar, pero nosotros le dejamos claro de que nadie había apuñalado a Martín (risas). A Martín lo agarraban como si fuera una estampita. Lo llamaban: “¡Pepe!” aunque estuviera sin la máscara. Incluso cosas que la gente le quería decir al Pepe, se las decía a Martín. Me acuerdo que un integrante del MPP fue a visitar el ensayo de la murga porque se había enterado de que hacíamos un cuplé sobre el Pepe Mujica, y quedó encantado. Había grabado parte del ensayo y nos pidió permiso para mostrárselo al Pepe. De todas formas lo que más conquistó al Pepe en ese espectáculo fue el cuplé del sueño americano. Incluso la frase que cantamos en ese cuplé “Si vos no cambias algo, no cambia nada”, él la repitió en un montón de lados y nos citaba. Fue algo increíble. Que una persona que para mí sigue siendo un gran pensador que se ha atrevido a romper sus propios dogmas, haya hecho eso es algo maravilloso. De hecho él mandó a imprimir la letra del cuplé del sueño americano y se repartió por todos los comités”.

¿CÓMO VIVIERON ESE CARNAVAL TAN INTENSO PARA LA MURGA?

“Primero que nada hicimos una cantidad exponencial de tablados que fue increíble. Pasamos de hacer unos 60 tablados, más o menos en 2004, y ese año hicimos unos 130, metiendo noches de 8 tablados. Nos pasó de abrir el tablado del Defensor Sporting y cerrarlo el mismo día. Estábamos viviendo lo que pasaba con otras murgas anteriormente como Araca la Cana, por ejemplo. Mucha gente nos seguía en caravanas de tablado en tablado para ver a la murga varias veces. Lo que pasó también es que había gente que nos seguía que era ajena al Carnaval y lo único que le gustaba del carnaval era nuestro espectáculo. Cosas difíciles de creer. Ese también fue el segundo año de televisación del carnaval en directo, y me acuerdo que siempre que llovía pasaban el espectáculo de la murga, era de tarde y lo pasaban, era de mañana y lo pasaban.  Habiendo otros conjuntos con tremendos planteles, siempre nos pasaban”.

UN CARNAVAL MUY ESPECIAL

“La necesidad de cambio que había en la gente era notoria, y no solo a nivel del gobierno, sino que también en el carnaval. Mucha gente en los tablados después de nuestra actuación nos decía “Yo quiero que ganen, pero saben que no van a ganar, ¿verdad?”. Estaba en el aire la posibilidad de ganar el concurso, aunque a su vez resultaba difícil de creer que una murga cooperativa que se había hecho sus propios trajes ganara el primer premio de la categoría. Hubo un momento muy emocionante que vivimos haciendo ese espectáculo que fue actuar en el tablado del velódromo el 28 de febrero, un día antes de que la izquierda asumiera en el poder. Nunca vi al velódromo tan lleno como en ese día, y fue tremendo cantar nuestra canción final en ese contexto, por todo lo que decía. Pasaron muchísimas cosas durante ese carnaval que hicieron que fuera realmente disfrutable más allá de cuál terminara siendo el resultado en el concurso al final. Terminamos muy cansados y muy cansadas, pero ese febrero nos trazó un mapa muy placentero que supimos transitar”.   

¿QUÉ RECUERDOS TENÉS DE LA NOCHE DE FALLOS?

“Para la noche de fallos organizamos una baile de disfraces en el club desde el que salíamos. Pensamos que solo nos iban a acompañar la familia y los amigos. De repente había 2.000 personas en el club. No lo podíamos creer. La cantina se quedó sin hamburguesas enseguida. Nos acompañó mucha gente que no conocíamos. Coqui (Andrés Pazos) contó que esa noche iba para el local de ensayo en el bondi, y vio que en la parada donde se bajó, bajaron otras 20 personas. Cuando se iba acercando al club, se dio cuenta de que todas esas personas iban a compartir la noche de fallos con la murga. Él no lo podía creer, y contaba que la única vez que le pasaba algo parecido era cuando iba al estadio. Todo fue como un sueño sin que lo hubiéramos querido así. Recuerdo que el Chato (Gustavo) Ambrosio llegó al club para saludar a su hijo Martín, porque le había ganado, y lo mismo pasó con Aníbal Pazos que vino a saludar a Coqui”.

“¡GANARON SOLO USTEDES!"

“El Rafa (Cotelo) lloraba de la emoción porque pensó que habíamos ganado el primer premio compartido con Diablos Verdes. Como se fue mamado, se creyó eso y se fue temprano porque al otro día tenía que laburar. Al día siguiente en su trabajo estuvo todo el día feliz porque habíamos ganado junto con Los Diablos. Al salir del trabajo se tomó un taxi, y le dijo al tachero que quería parar en el Paso Molino para saludar al negro Eduardo Díaz que salía en Diablos Verdes. El tachero que lo conocía, le preguntó: “¿Por qué lo vas a saludar?”, y Rafa respondió: “¡Porque ganamos compartido!”, y el tachero le dijo “No! Ganaron solo ustedes”. Menos mal que nunca lo fue a saludar (risas)”.  

“¿GANASTE, GORDO? ¡JODETE!”

“A partir de ese año, el noviazgo que manteníamos con la platea carnavalera se fue rompiendo un poco. Esa cáscara de solo disfrute se empezó a resquebrajar. El Canario (Washington Luna), me dijo algo en la noche de fallos que no me olvido más. “¿Ganaste, gordo? ¡Jodete!”. En el momento no entendí mucho por qué me había dicho eso, y además estábamos en un clima de jolgorio y mucha alegría. El Canario tenía tremenda relación con la murga. Me acuerdo que antes de cada Teatro de Verano, nos decía: “¡Bueno, muchachos! ¡5 goles y afuera!”, para nosotros era como tener un escudo de invencibilidad. Acostumbrados a ese cariño, cuando me dijo eso en la noche de falos pensé: “¡Está loco!”, pero después nos dimos cuenta de por qué nos lo dijo”.

¿QUÉ REPERCUSIONES TUVO ESE ESPECTÁCULO EN LA VIDA DE LA MURGA?

“Ese carnaval cambió el rumbo de nuestras vidas. Empezamos a darnos cuenta de que detrás de lo que era un juego, había una vocación real. Tuvimos la bendición de que esa vocación se transformara en una profesión. Eso acarreó a su vez cierto crecimiento y nos llevó a tomar decisiones firmes. Varios pasaron a dejar sus trabajos para apostarlo todo por la murga. El contexto del grupo ayudaba porque la gran mayoría no teníamos hijos, y apenas pasábamos los 20 años. Tuvimos que empezar a organizarnos en base a la demanda de trabajo que íbamos a empezar a tener y ver qué compañeros estaban para las diferentes instancias como el carnaval en sí en febrero, y las distintas giras y actuaciones durante el año. De a poco se empezó a dar lo más milagroso que tiene La Catalina que es su supervivencia a pesar de sí misma y basada en un amor comprometido, y en el hecho de entender que el otro y que la otra tiene una visión particular que hay que respetar. Pegado a ese Carnaval 2005 se vinieron las elecciones departamentales y surgieron muchísimos toques paras hacer. Algunos eran entre semana y a las 2 de la tarde. Entonces ese tipo de situaciones nos llevaron a decantarnos por este camino. La vida nos empezó a cambiar realmente a partir de la repercusión que tuvo ese espectáculo. Muchos y muchas vimos que con la murga podíamos empezar a tejer la vida que se nos venía. Lo increíble es que hacen más de 14 años de ese momento y aún seguimos con este Frankenstein caminando saludable, potente y con las mismas ganas”.